Año a año, a medida que avanza la primavera, se repite el mismo patrón del horror: el de la presión social para “llegar al verano”. Como si se activara una cuenta regresiva los primeros días de calor, o como si explotara una bomba si no se llegara a diciembre con un cuerpo dentro de lo aceptado socialmente, las personas empiezan a “prepararse” para la exposición social.
A partir de datos arrojados por el INADI y del testimonio de una profesional de la salud, en esta nota intentaremos comprender y comunicar por qué, cada año en la misma época, las sociedades se ven presionadas por el sistema capitalista que se empeña en convencernos de que sus mandatos establecen si somos felices o no.
LAS MARCAS Y LA MERCANTILIZACIÓN DE LOS CUERPOS
Si bien algunos paradigmas socioculturales evolucionan en el presente a la par de las sociedades modernas y comprenden que la hegemonía no es sinónimo de belleza, existen también algunos sectores que todavía se rehúsan a hacerlo.
Las marcas, cada vez con mayor frecuencia, intentan disfrazarse de “inclusivas”, pero muy lejos están de serlo. Sí bien es cierto que las modelos con sobrepeso o pieles alejadas de los parámetros hegemónicos tienen cada vez más participación en las campañas publicitarias, se necesita mucho más que eso para cambiar el paradigma bajo el cual se rige una sociedad discriminatoria.
En el año 2013, en el Mapa Nacional de la Discriminación, la obesidad y el sobrepeso se ubicaban entre las cinco primeras situaciones señaladas por las personas que experimentaron discriminación, detrás de los pretextos de situación socioeconómica y país de origen. En el relevamiento realizado durante el año 2019, la obesidad y el sobrepeso se ubicaron en el segundo lugar dentro de los tipos de discriminación más mencionados.
Según Raúl Eguizábal en su libro “Industrias de la conciencia: una historia social de la publicidad en España”, para que actúe el dispositivo publicitario hay que partir de un cierto grado de insatisfacción en los individuos. Su primer objetivo es producir en el consumidor un cierto disgusto, una desazón para con su vida, sus propiedades, su físico o sus relaciones. Una vez creada esa conciencia, la solución se presenta fácil, porque ahí está siempre el mensaje que viene a aliviarnos, a consolarnos, a proporcionarnos el medio para librarnos de tal problema.
Además, Eguizábal expone que los anuncios definen las formas de la felicidad, nos señalan lo que debemos desear, aquello que compone el paraíso digno de ser recobrado. En este sentido, la publicidad logra que la imagen se convierta en más importante que el sujeto. A las empresas les sirve que nos sintamos feos y que actuemos en consecuencia.
LOS CUERPOS SON, Y YA
Según el informe “Discursos discriminatorios y gordofobia” del Instituto Nacional contra la Discriminacion, la Xenofobia y el Racismo (INADI), “el discurso gordofóbico opera de manera prejuiciosa y estereotipada asimilando el aspecto físico de las personas con rasgos de su personalidad, conducta o estilo de vida”.
Sobre la percepción de los cuerpos, Josefina Basavilbaso, nutricionista de San Antonio de Areco, expresa: “Lo primero que tiene que hacer uno es evitar compararse. Cada cuerpo es distinto y muchas veces las comparaciones se hacen en base a imágenes de los medios o redes sociales que, estén editadas o no, se trata de cuerpos distintos al nuestro y eso está bien”.
A propósito de esto, compartimos a continuación algunas recomendaciones para contribuir a la erradicación de la estigmatización por la condición física:
- No reducir a las personas a su aspecto físico ni a su cuerpo como un todo, menos todavía reducir a las personas a una parte de su cuerpo.
- No alentar la meritocracia asociada al ideal de belleza. Tener en cuenta que un plan alimenticio ligado al peso o el nivel de entrenamiento físico no son fórmulas que garanticen los mismos resultados para todas las personas.
- Repudiar y condenar los mensajes de “odio” a los cuerpos gordos, recordando que el impacto en la infancia y adolescencia es muy profundo y peligroso.
- Denunciar la negación de derechos y tomar medidas reparatorias cuando esto haya sucedido.
LA SALUD PRIMERO
La dieta de la sopa. Dejar las harinas. El ayuno de 20 horas. La actividad física en exceso. Las soluciones mágicas que nos ofrecen en esta época del año – aprovechándose de la susceptibilidad que se vive – no existen y traen consigo consecuencias que son altamente perjudiciales para nuestra salud.
“Bajar 20 kilos en tres meses, por ejemplo, no es compatible con la fisiología de nuestro cuerpo. Si caemos en esa trampa vamos a obtener resultados que no solamente van a afectar a nuestro cuerpo, sino que también nos afectarán emocionalmente ya que suelen ser tratamientos que no son compatibles con nuestra vida cotidiana”,
Josefina Basavilbaso.
«Debemos evitar la frase ‘hay que llegar al verano’ y tratar de lograr un cambio en el estilo de vida que, como sabemos, no se logra de un día para el otro», manifiesta Basavilbaso. Además, la nutricionista explica que el término dieta está mal aplicado si se utiliza para referirse a una persona que desea bajar de peso, porque una dieta generalmente tiene un inicio y un fin (cuando se cambia la alimentación por una enfermedad, por ejemplo). En cambio, cuando uno quiere lograr un peso saludable debería también adquirir hábitos más saludables que perduren en el tiempo.
A diciembre llegamos todos. Con kilos de más o de menos; con estrías; con manchas; con lunares; bronceados o pálidos; con vello o sin; con bikini o malla enteriza. Resulta esencial comprender que debemos poner nuestra salud antes que cualquier deseo de cumplir con los estereotipos marcados por las publicidades. Porque si no lo hacemos, nadie lo hará por nosotros.
que bueno Alfon, creo que es bueno pensar y hacer para vivir saludablemente, no fanatizarse, sostenerlo en el tiempo y aceptar nuestro cuerpo y sus mutaciones en el tiempo, lo que hacemos hacerlo con convencimiento y alegría y no sumar o dejarse llevar por las visiones de otros
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