SOCIEDAD

Kay Pacha: la metamorfosis de una tierra devastada

– ¿Una familia puede construirse una casa?
– Una familia debe construirse una casa.
Jorge Belanko.

Los pastos desprolijos dibujan un camino que llega a la casa. Parece que no hay nadie pero una persona saluda desde lejos. Lo único que interrumpe al silencio es el canto de los pájaros. Aire puro. Naturaleza. Calma. En Kay Pacha el tiempo parece detenerse.

En la mitología Inca a Kay Pacha se le definía como el mundo terrenal en donde los seres humanos habitaban y se desenvolvían en sus vidas. El mundo aparecía compuesto por cuatro planos, Hakaq Pacha (el mundo del más allá), Hanan Pacha (el mundo de arriba), Kay Pacha (el mundo de aquí) y Uku Pacha o el mundo inferior, de los muertos y también de los no natos. En lengua quechua, pacha significa, a la vez, tiempo y espacio.


La realización de un sueño compartido


Corre el año 2017 y Cachi Iriarte junto a Estefanía Rocha llegan a un terreno desierto. El suelo está desgastado por la soja. Sólo quedan restos del monocultivo, tierra gastada y compactada. Lo que ellos aún no saben es que ese suelo, algunos años más tarde, no será el mismo. Hoy, sus pies pisan un lugar que esconde tesoros por encontrar.


Kay Pacha es una ecoaldea en construcción situada en San Antonio de Areco, a 110 kilómetros de Capital Federal. Aunque pareciera que una vida los separa. Actualmente Denise Fernández, Nazareno Miguel y Nicolás Cicarelli son quienes habitan el espacio; Oscar “Cachi” Iriarte junto a Estefanía Rocha los acompañan en las tareas diarias del lugar.

Según Robert Gilman en su informe “¿Por qué ecoaldeas?” (1991), una ecoaldea “es un asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los aspectos importantes para la vida integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que puede persistir en un futuro indefinido”.


Las ecoaldeas se caracterizan por: aprovechar los recursos naturales; rehabilitar el entorno; educar a la ciudadanía; mejorar la convivencia; y vivir conforme a una economía responsable.

En Kay Pacha no solo hay una comunidad que vive en el lugar, sino que también aprovechan la tierra que habitan. Lo primero que hicieron luego de crear el diseño de la ecoaldea fue la huerta. Se encargaron de regenerar la tierra de ese espacio aportando materia orgánica para favorecer a la fertilidad del suelo. Además, los alimentos que crecen en la huerta no solo los utilizan para un consumo propio sino que también son un medio de sustento para el lugar.

Actualmente, son muchos los proyectos que se están desarrollando en Kay Pacha, como la creación de la tienda online y la finalización de la construcción del edificio del comedor. Sin embargo, cuando los habitantes del lugar cuentan acerca de las actividades que realizan día a día y sobre las tareas que aún tienen pendientes, lo hacen tranquilos. Con la seguridad de que todo va a resultar bien. Con la seguridad de que nada ni nadie los apura.


“En muchos trabajos se recalca que nadie es imprescindible, que todos somos reemplazables, pero acá no es así. Si alguno falta se siente su ausencia”,

Denise.

Con respecto a la idea de lo colectivo, que es un concepto que caracteriza al día a día en Kay Pacha, Nazareno expresa: “Yo tuve la posibilidad de viajar y vivir en comunidad y para mí ese es el camino para sembrar algo para uno y para los que vienen”.


La permacultura: reconstruir el exterior y el interior

La permacultura hace referencia a la cultura de la permanencia. Se trata de un método de diseño de asentamientos humanos sostenibles en todos sus aspectos. Fue mediante este sistema que desde Kay Pacha construyeron una casa y un comedor común con paredes rellenas de paja de fardo y con un revoque de barro.

“Uno generalmente asocia el barro con el rancho, lo antiguo, lo viejo, la pobreza. Pero existe una riqueza inmensa en poder hacer tu casa con barro”, manifiesta Estefanía. La permacultura considera el entorno con sus propios flujos de energía, recursos e interacciones y trata de crear ecosistemas humanos que se comporten como los naturales, viendo los patrones recurrentes y replicándolos en los diseños. 

En Kay Pacha utilizan los recursos de la siguiente manera:

  • La luz: cuentan con paneles solares.
  • El gas: un biodigestor que se alimenta de bosta de vaca y agua genera biogas.
  • Los residuos: los orgánicos se compostan; reciclan los reutilizables y cuentan con un baño seco para los desechos del baño.
  • La comida: producen sus propios alimentos mediante una huerta.

Una cara nueva llega a Kay Pacha. Un par de pies listos para explorar. Dos manos que tienen sed de trabajar la tierra. Se trata de Nicolás, un artesano rosarino que Cachi conoció en un curso de permacultura en Navarro. Las charlas acerca de la dificultad del acceso a un territorio propio y de la necesidad de un cambio en su estilo de vida son lo que lo trajeron acá. Corre el año 2020 y Nicolás está viendo, por primera vez, el lugar que se convertirá en su hogar.


En Argentina, según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (MAyDS), cada habitante produce 1,15 kilogramos de residuos sólidos urbanos por día. Cada dos segundos, Argentina produce una tonelada de basura. Por otro lado, el consumo de energía eléctrica promedio en el hogar en kWh va de 150 a 300 mensuales.

“La pandemia es una muestra de la fragilidad del sistema y de que las cosas están realmente mal, por eso a nosotros nos toca accionar”, manifiesta Nicolás.


El mundo que les dejamos

Cinco pares de ojos esperanzados se miran entre sí. Algo sucede. Existe un vínculo invisible pero muy especial que los une. La misma idea se posa en sus pensamientos e invade la charla: ¿qué clase de mundo vamos a dejarles a las generaciones futuras?

Uno de los proyectos que piensan concretar desde Kay Pacha cuando la situación epidemiológica lo permita es llevar a las escuelas a que conozcan el espacio. Sienten una necesidad apremiante por dar a conocer sus conocimientos y saberes con los niños y adolescentes de San Antonio de Areco.


“Yo siempre pienso en las generaciones futuras, en dejarles un lugar lindo y no tan cruel para que vivan y para que puedan respirar aire puro”,

Nicolás.

Desde que habitan el espacio e incluso desde mucho antes, comprendieron que vivir en armonía con la naturaleza requería cambios de hábitos urgentes para dejar de ser “sistema-dependientes”. Esa es la idea que quieren transmitir.

“Que la naturaleza se coma las escuelas, que ya no se trate de guardapolvos blancos impecables, sino de niños que se ensucien, que sepan que una tablet no es todo, que hay muchas otras que cosas que te invaden, que te nutren, que hacen que tu cotidiano sea hermoso, concluye Denise.

En Kay Pacha nada había. Nada más que una porción de tierra devastada por años de agricultura sin consciencia ambiental. Esa misma agricultura que es parte del negocio que hace que el sistema capitalista que rige en nuestro planeta siga girando y girando. Pero ahora hay yuyos, flores, abejas, mariposas, árboles. En Kay Pacha nada había, y ahora hay vida.

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