Las mujeres y diversidades nos vemos atravesadas por la violencia en todos los ámbitos de nuestras vidas. Abusan de nosotras, nos violan, nos golpean y nos matan. El hartazgo, la bronca y el dolor por las que ya no están hizo que el 3 de junio de 2015, hace seis años, miles de mujeres se organizaran en las calles al grito de “Ni una Menos, vivas nos queremos”.
En junio de 2015 se sucedieron varios femicidios, la última de esa serie de muertes fue la de Chiara Paez, una adolescente de 14 años que estaba embarazada y fue asesinada violentamente por su pareja Manuel Mansilla de 16 años, en Santa Fe, Argentina.
El cuerpo de Chiara apareció enterrado en la casa de los abuelos de su novio, él confesó ser culpable y fue condenado a 21 años de prisión en 2017. El femicidio de Chiara fue el hartazgo de muchas, y dio el puntapié para que miles de mujeres le pusieran voz a una violencia que, en muchos casos, llega a la muerte.
Esto trajo un gran impacto en la sociedad: generó que en muchas provincias de la Argentina y en otros países se organizara una marcha para visibilizar las violencias que sufren las mujeres en la cotidianidad.
En 2015, las mujeres decidimos gritar todo lo que nos había pasado durante años, lo que nos hicieron creer que nos merecíamos. Todo lo que se dijo en la marcha del 2015 eran experiencias que habitaban en nuestros cuerpos. Ese día nos entendimos, nos acompañamos, nos cargamos de bronca y dolor, nos organizamos, y supimos que nunca más nuestros derechos debían ser vulnerados.
Esta fecha no solo cambió a la Argentina, sino también a la región y al mundo. Luego del 2015, se sucedieron otros hitos de relatos, como #MiPrimerAsedio en Brasil, #MeToo en EE.UU y en 2017, el “Hermana yo si te creo” en España, este mismo año fue la denuncia de la actriz Thelma Fardín que culminó con la consigna “Mirá como nos ponemos”.
Fue entonces que entendimos que no éramos exageradas; todas habíamos pasado por situaciones incómodas: acosos, abusos y violaciones de todo tipo. Nos acompañábamos en la lucha y muchas veces tomamos el rol de un Estado ausente – que elige trabajar sin políticas públicas y muchas veces sin perspectiva de género, como también lo hace la justicia -.
Lo hicimos para que pararan de matar a nuestras compañeras, para que dejen de violar a nuestros niñes, para que los noviazgos no sean relaciones violentas ni con desigualdades de poder, para que les niñes reconozcan sus cuerpos desde temprana edad, para que no tengamos que nombrar mas nombres de compañeras muertas en las listas de nuestras marchas, para que los medios masivos de comunicación no nos culparan por nuestras muertes, y no nos victimizaran.
Somos sujetas activas, con bronca y dolor, pero estamos despiertas y juntas. Los lemas de nuestras marchas fueron cambiando; entendimos que las mujeres atravesamos no sólo violencia machista, sino también simbólica y estructural. Fuimos nosotras quienes sufrimos la crisis, el desempleo, producimos más fuerza de trabajo y realizamos el trabajo doméstico en nuestras casas. Somos nosotras quienes convivimos con el “techo de cristal”.

Nos dimos cuenta que ese desplazamiento a lo natural, a lo reproductivo, al vernos obligadas a estar en nuestras casas y cuidar de los nuestros nos posiciona en una desigualdad estructural. Gritamos entonces en 2019, “vivas, libres y desendeudadas, nos queremos”. Salimos a las calles para exigir nuestro derecho, “Aborto legal, seguro y gratuito”, “Ni una muerta más por un aborto clandestino”.
La lucha, las calles, el compañerismo, la sororidad, la militancia, la falta de políticas por parte de nuestros referentes y gobernantes nos hizo comprender que no somos las únicas que vivimos estas violencias, nuestras compañeras trans y travestis, como así también otras diversidades sufrían – y sufren – las mismas y peores violencias, tanto del machismo como de nuestras instituciones. La sociedad sufre una enorme cantidad de travesticidios y transfemicidios, que son invisibilizados por los medios de comunicación hegemónicos.
Nos preguntamos entonces, seis años después de la primera marcha: ¿esta situación en nuestro país cambió? ¿El estado desarrollo e invirtió en políticas para la prevención de la violencia machista? Nunca voy a olvidar en 2019, cuando nuestro presupuesto era el mismo que lo que valía un alfajor. La realidad es que no.
El poder de nuestra palabra, de nuestra lucha y de nuestra organización es poderoso y es enorme, pero no nos alcanza, no podemos seguir viendo compañeres que desaparecen, compañeras trans y travestis que mueren violentadas, no podemos seguir permitiendo que violen a nuestros hijes, a nuestras compañeras ancestras con el chineo, estamos hartas de la violencia machista, estamos hartas del patriarcado, hartas de la desigualdad, y de la feminización de la pobreza.
Desde el comienzo de la emergencia sanitaria por el COVID-19 las llamadas al 144 – la línea que brinda asistencia y contención en casos de violencia de género – aumentaron casi un 40 %. La pandemia evidenció otras formas de violencia que enfrentan las mujeres en la Argentina:
- La brecha salarial y económica.
- La sobrecarga en las tareas domésticas y de cuidado.
- La exclusión de los espacios de decisión en el poder público.
- Las persistentes barreras en el acceso a derechos sexuales y reproductivos.
Y podemos decir, tomando fuentes del Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que si nos ven” que desde el 3 de junio del 2015 al 29 de mayo de 2021 ocurre 1 femicidio cada 31 horas, en donde el 70,9% de ellas, solo en 2021, fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, por lo tanto 1523 niñes quedaron sin madre.
¿Qué reclamamos los feminismos en el marco de la pandemia y a seis años del primer Ni una Menos?
- Ley de cupo laboral travesti trans ya.
- Aparición con vida de Tehuel.
- Basta de femicidios, travesticidios, y transfemicidios. Reforma judicial feminista ya.
- Vacunación y salarios por encima de la inflación para promotores de género, trabajadores estatales y esenciales.
- Basta de violencia económica de las corporaciones, no hay soberanía de los cuerpos sin soberanía alimentaria.
- Efectiva implementación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
¿Cuál es el rol de los feminismos en la actualidad?
Si bien los feminismos tienen un rol muy activo en la sociedad, aunque quisieran, no podrían salvar todas las vidas de compañeras y compañeres, tampoco es su trabajo. Pero sí es el trabajo que deben cumplir nuestros gobernantes. Debemos poder construir otros feminismos posibles. Hablar de un solo feminismo, nos convierte en parte del sector que invisibiliza al otre.
Es una necesidad actual deconstruir el feminismo blanco cisheteronormativo para ampliar y entender las problemáticas actuales de los distintos colectivos, acompañarnos e involucrarnos en distintos sectores de la política y por último, es fundamental un feminismo plurinacional, antiracista y transfeminista. Los feminismos no somos los responsables de la violencia machista y patriarcal, sí lo son el Estado y la justicia. Ni una Menos.