Estamos transitando la Semana Mundial del Parto Respetado, pero antes de abordar esta temática me gustaría hablar sobre por qué existe una ley y una semana mundial para visibilizarlo.
Se estima que un 35% de las personas gestantes presentan algún grado de estrés postraumático tras el parto. Estos traumas son el resultado de acciones u omisiones de los profesionales sanitarios.
Se puede definir a la violencia obstétrica como «la apropiación del cuerpos y los procesos reproductivo de las mujeres (personas gestantes) por prestadores de salud, que se expresa en un trato jerárquico deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres» (Pérez D’Gregorio – 2010). Yo agregaría también de sus hijxs.
Si cuando hablamos de parto tenemos que agregar la palabra “respetado” es porque hay una violencia que se ejerce de manera sistemática hacia las personas gestantes. La ley 25.929 está reglamentada desde 2015, sin embargo seguimos teniendo que visibilizar estas cuestiones que aún suceden. No hablamos de parto respetado porque es cool, porque está de moda o porque somos cancheras, hablamos de parto respetado porque es un derecho, o al menos debería serlo, y no un privilegio para algunas pocas que “tuvieron la suerte” de que se las trate humanamente a la hora de parir.
Es menester que, para que esta ley se cumpla existan políticas públicas que acompañen y velen por nuestros derechos. Por eso en San Antonio de Areco durante el año 2020, desde la Tribu de Mamis Sada, junto con el equipo de Maternidad del Hospital Municipal Emilio Zerboni, confeccionamos un modelo municipal de plan de parto.
Un plan de parto es un documento en el que la persona gestante puede expresar sus deseos, preferencias, necesidades y expectativas sobre el proceso de parto y nacimiento.
El mismo lo entrega el/la obstetra (tanto en el ámbito privado como en el público) alrededor de la semana 28 de gestación (si lo desean, se puede pedir con anterioridad) y contiene diversos ítems con deseos y expectativas, tanto para parto vaginal como para parto por cesárea.
La idea es que este modelo de plan de parto sea personalizado por cada persona gestante, agregando o sacando ítems de acuerdo a sus deseos y necesidades. Pero, sobre todo, es un documento que le servirá a la persona como herramienta para poder crear una confianza y cercanía con su médico tratante que habilite a poder despejar en conjunto las dudas y acceder a toda la información respecto a la etapa perinatal que está atravesando.
También, este documento sirve para que todo el equipo sanitario que vaya a atender el parto de la persona que lo presenta sepa qué desea para el nacimiento de su bebé.
Que el trato humanizado en el período perinatal hacia las personas gestantes y sus familias sea la norma, y no la excepción.