En pleno 2020, la construcción sustentable y las políticas ambientales forman parte de un lenguaje cotidiano. En Argentina existen cuatro Nave Tierra (construcciones autosustentables), una en Mar Chiquita, Provincia de Buenos Aires; otra en Mar del Plata; una en El Bolsón; y la última, la que nos ocupa en esta nota, está en Ushuaia, Tierra del Fuego. Ésta empezó a construirse en enero del 2014, por iniciativa de Mariano Torre y Elena Roger junto al arquitecto Michael Reynolds.
En esta nota exclusiva para Minúscula, vamos a descubrir de la mano de Mariano Torre, la historia detrás de la construcción de “Tol-Haru», la Nave Tierra del Fin del Mundo.
Por Sebastián Romero
Más allá de su extensa carrera que incluye cine, televisión y teatro, Mariano Torre es un apasionado por la ecología y el medio ambiente. “A fines de 2010 mi pareja – la actriz Elena Roger – y yo empezamos a pensar en construir nuestra casa de un modo más amigable con el medio ambiente. Ese fue el punto de partida”, cuenta Torre.
Googleá Earthship
Durante la filmación de una película, la actriz Elena Roger comentó que querían construir una casa de un modo sustentable y una maquilladora le dijo sin más explicaciones: “Googleá Earthship”. Le mandó ese mensaje a su pareja, que, al recibirlo, tipeó la palabra en el buscador y se encontró con las imágenes de las Nave Tierra, que en sus propias palabras, «le partieron la cabeza».
Empecé a investigar, ví todo lo que la casa hacía y me di cuenta de que todas tenían un diseño similar, las tenía que haber hecho la misma persona. Cuando goolgeé quién era el arquitecto, descubrí a Michael Reynolds y el documental ‘Garbage Warrior‘. Lo miré como sin saber qué era lo que estaba viendo. Me encontré con la historia de un hippie, Gandalf del Señor de los Anillos, que construía con basura y lo llamaban “El guerrero de la basura’. Cuando terminé de verla supe que tenía que conocerlo. Entonces se me ocurrió escribirle un mail».

Asunto: “Ushuaia, Fin del Mundo”
– ¿Qué le dijiste en ese mail?
– Sabía que escribirle era como escribirle a Messi. También sabía que Ushuaia era un lugar que podía llamar su atención. Así que, en un acto de fe y caradurísmo, escribí un mail que llevaba por asunto cuatro palabras: “Ushuaia, Fin del Mundo”.
– ¿Cuál fue tu reacción cuando te respondió?
– Cuando me respondió saltaba por el aire, pero no había mucho tiempo para saltar. Tuve que organizar un viaje para cinco personas, con todo lo que eso implica. Dónde comer, dónde dormir, qué íbamos a hacer, conseguir movilidad para Ushuaia; tuve que concebir un viaje de la nada.
– ¿Cómo fue tu primer encuentro con Reynolds?
– Cuando lo tuve en frente me pasó algo muy loco. Había algo en él que me resultaba familiar. Recordé que a mis 10 años vi a en una entrevista en “Aunque usted no lo crea”, a un “loco” que hacía casas con botellas, y ese loco era Michael. Cuando le pregunté si era él se reía, porque yo le dije que ya me había volado la cabeza hacía mucho tiempo. Siento que, desde ese momento, esto estaba dando vueltas; teníamos que encontrarnos y finalmente lo hicimos.
– Tuviste que armar un viaje a Ushuaia cuando en realidad no ibas a construir nada, pero le dijiste a Michael: “Tengo unos terrenos que quiero mostrarte”, ¿cómo te las arreglaste para hacer eso?
– Me considero un afortunado. Tengo mucha gente que me quiere, eso facilita puertas, yo no iba a construir entonces fui a mis amigos que tienen campos y les pedí que me dejaran mostrárselos a Michael.
Eso quedó en segundo plano porque no sólo mis amigos se empezaron a copar; mis viejos también lo hicieron, ellos tenían un salón de fiestas en ese momento y me dieron una idea. Me dijeron: “Si esto es bueno para vos, y ya lo tenés al viejo acá, llevalo a la radio y que de una charla en el salón”. Entonces, me corrí del medio, levante dos o tres teléfonos, y una mañana, del mismo día que iba a ser la charla, fuimos a todas las radios.
El tratamiento de la basura: un serio problema en Ushuaia
Ushuaia es una ciudad pequeña con un terreno mayormente montañoso que dificulta hacer un relleno sanitario en cualquier parte. Los rellenos sanitarios colapsan en una fracción del tiempo para el que estaban proyectados. Además, para lograr sacar cualquier tipo de basura de la isla, se debe realizar una “exportación de residuos”. Sobre este tema, Torre confiesa que la problemática que halló resultó mucho menos romántica de lo que esperaba. “Las Nave Tierra son opciones que a nivel mundial funcionan; hay 40 años de trayectoria de Reynolds que lo demuestran«, expresa el actor.
– ¿Cómo fue la primera charla con el intendente?
– En un comienzo le pedí que me regale basura y me miró extrañado, como quién conoce las palabras que escucha pero no entiende lo que le dicen. Me dijo: “Presentame al viejo que lo quiero conocer”. En ese momento comenzó a suceder todo.
– Desde el primer viaje a Ushuaia hasta el momento de la construcción pasaron tres años, ¿qué pasó en ese tiempo?
– Durante esos años el proyecto estuvo en nuestra cabeza, tirábamos una línea y se caía, íbamos por otro lado y por alguna razón se caía y de nuevo volvíamos a empezar. Uno de los problemas a solucionar era cómo conseguir el dinero para construir, para que Reynolds venga con todos sus colaboradores, conseguir los pasajes y demás. Hubo interminables reuniones con gente que tenía el capital para poder realizar nuestro proyecto pero su mente atrasa veinte años y nos decían: “Está buenísimo, pero para hacerlo de acá a veinte años”. Era frustrante, pero con el viejo entendí que el que no la ve no la ve. No hay que convencer a nadie, si no sos vos, será para otro.
Tres años más tarde, Torre y su familia viajaron a Nuevo México, a vivir en una Nave Tierra, y a visitar a Reynolds. Durante una cena, el arquitecto le dijo a Torre: “Estoy haciendo unas academias donde enseño a construir y en ese plazo se construye la casa. Si te animás, la sacamos por primera vez fuera de Nuevo México y la llevamos a Ushuaia. La Municipalidad pone el lugar, los materiales y se queda con la casa”.
– Volviste a Ushuaia para reunirte con el Intendente, ya habías resuelto la mayoría de los temas, pero faltaba la cuestión del terreno. ¿Cómo lo tramitaron?
– Me reuní con el Intendente y le dije: “Ya resolví el tema dólares, plata, todo; pero queremos hacerla en el terreno del centro”. En un comienzo me dijo que no, pero durante la negociación nos fueron corriendo de lugar. Salimos de las montañas y entramos en la ciudad. En realidad, Reynolds quería que la casa esté a una cuadra de donde está, pero entre un ir venir, conseguimos el lugar del centro y no importaba tanto si era una cuadra más acá o más allá.
Comienza la construcción
Finalmente, Reynolds y su equipo viajaron al «Fin del Mundo«, se armó la escuela y comenzaron a construir la Nave Tierra. Durante 26 días, personas de diferentes partes del mundo, desde Turquía hasta la Isla de Pascua, desde la Comunidad QOM en Formosa hasta Shanghái se unieron para aprender a construir de una manera sustentable, responsable y eficiente.
Construir junto a integrantes de la Comunidad QOM fue muy fuerte. Algo que sólo puedo describir desde la felicidad. Desde el minuto cero decidimos anclar la construcción en los que por herencia natural son los herederos de la tierra; nuestros pueblos originarios. Era nuestra manera de devolverles, casi como en un pedido de disculpas y agradecimiento, ese saber que habían perdido. Entregárselo para que ellos comenten es sus comunidades qué les había parecido y a partir de eso seguir reuniendo gente que quiera construir de ese modo. Ir allá y hacer lo mismo que se hizo en Ushuaia. No detener la cadena», manifiesta.
Sus palabras transmiten una alegría que resulta difícil de explicar. Su sonrisa mientras trae al presente los recuerdos de la construcción de la Nave Tierra es permanente. En su mirada se observa la felicidad con la que vivió cada día de la construcción. Es esa felicidad que sólo conocen los que alguna vez tuvieron un sueño y lucharon para hacerlo realidad.

– Si tuvieras que elegir un recuerdo de esos días, ¿qué contarías?
– Hay una anécdota que fue linda por toda la vuelta que dio. La casa tenía sus detractores, todos los detractores del gobierno lo eran también de la casa; por desconocimiento quizás, no lo sé. Hubo un momento en que le empezaron a pegar con todo. Y yo me broté absolutamente todo el cuerpo y me quedé sin voz. Y tenía que seguir hablando en la construcción, pidiendo cosas, se reían de mi voz porque era como si hubiera aspirado helio. Me di cuenta que mi cuerpo rechazaba la invasión que nos hacían, entonces al día siguiente pedí ir a la radio que más nos golpeaba y conté todo el proyecto. Expliqué lo que queríamos hacer y por qué; para que servía la casa y dónde se podía obtener más información. Hablé durante 50 minutos y cuando terminé, el conductor que tanto me había golpeado me dijo: “Contá conmigo para lo que necesites, apoyo la casa”.
Eso pasó porque logré preguntarle: “¿Por qué estás en contra?”, porque si encontrás a alguien que está en contra y es copado, podés construir a partir de eso, pero estar en contra por el hecho de estar en contra no sirve. No hay bueno o malo en estar en contra o a favor, cuanto más puedas ver sobre algo más se puede construir. Lo importante es sumar las diferentes miradas, construimos a partir de ellas.
– ¿Cómo explicarías lo que las Nave Tierra son para vos?
– Para mí, las Nave Tierra, representan la mejor propuesta de salto evolutivo para la humanidad. Constituyen un cambio de conciencia absoluto llevado a algo material. Construimos una casa con basura y ese proceso te modifica internamente; entendés que la basura no es basura, que son recursos.
Cuando se habla de Naves Tierra se dice que nos corremos de la construcción tradicional, pero en realidad es una vuelta a las raíces. El barro es lo tradicional, el cemento es lo nuevo, es parar y decir, “esto estaba bien, con la tecnología que tenemos hoy, usemos esto”. Es un re ordenamiento. A través de la tecnología nos alejamos muchísimo de la naturaleza y creemos que podemos vivir al margen de ella y este es el momento de volver a la naturaleza, de decir somos parte de ella.