¿Qué se supone que debo ser? ¿Quién soy en realidad? Dos sabores de helado que, de manera popular, están dirigidos a públicos diferentes: los varones, elegirían chocolate y las mujeres se inclinarían por el de frutilla, según un film cubano de 1993, ganador del Premio Goya a mejor película iberoamericana, que hoy tiene su versión teatral en Buenos Aires.
David es un joven revolucionario que, en la clásica heladería cubana Copelia, conoce a Diego, charlatán e intelectual homosexual. Ambos son el agua y el aceite, un universitario militante del comunismo y el librepensador. Más allá de su desigualdad sexual e ideológica, logran formar un vínculo puro y real. Un espacio de libertad, donde ambos pueden ser auténticos.
“La obra defiende al ser humano, principalmente a su libertad y las ideas personales de cada uno. En los tiempos en los que está basada la obra, Cuba no era libre y ahora mucho menos. Nunca fue libre, ni antes de la revolución ni después de ella. Por eso, es que hoy más que nunca esta obra es muy fuerte en mi país”,
Henry Apululu, actor cubano que interpreta a David.
Fresa y Chocolate, la película de 1993 y ahora desde su versión teatral, refleja la discriminación ideológica, latente en la isla, a través del drama, esporádicas apariciones de humor y mediante palabras de escritores y dramaturgos latinoamericanos. “Más allá de las políticas, la revolución y el comunismo, habla de poder atacar esa represión tan fuerte que existe en Cuba, contra el mismo pueblo, contra el mismo pensamiento. Contra la libertad”, agrega Apululu.

Esta es una apuesta teatral inteligente, íntima, entretenida y por sobre todo, aleccionadora. Destapa una problemática histórica, habla sobre la libertad de escoger qué pensar y nos invita a permitirnos ser diferentes, sin tener que dar justificaciones. Nos incita a descubrir que podemos elegir ser uno mismo, sin que esto represente una traición a la sociedad. Intenta despertar a aquellos que quizás no tienen el valor de ser auténticos.
Fiel al teatro alternativo, Fresa y Chocolate utiliza recursos minimalistas pero de mucho valor simbólico. El escenario está marcado con un círculo, delimitado por una soga, y con solo dos sillas en su interior. Esto representa los límites del encierro y las divisiones provocadas por el bloqueo, la ideología y la discriminación. Denunciando así, la imposibilidad de una persona de sentirse libre en su propio lugar o entorno.

Diego, el personaje interpretado por Leonardo Gavriloff (también vestuarista, director y encargado de la puesta en escena), es un personaje muy reprimido debido a su condición sexual, pero también por sus pensamientos y formación. “Ese tipo de personas, en mi país, no eran aceptadas por el pueblo y tampoco por el gobierno. En la época en la que está inspirada la obra, los gobernantes manipulaban demasiado a la gente, haciendo que tomaran represalias contra las personas con las cualidades de este personaje”, explica Henry.
Gay, religioso y en contra de la revolución, Diego también revoluciona, porque lucha pero a favor de su libertad. “El personaje de Diego, conocedor e instruido, sabe la realidad de lo que está pasando, que el régimen oculta historia, libros e información. También sobre las intenciones que el gobierno tiene con el pueblo y a lo que el mismo pueblo obedece”, señala Hernry Apululu.
«Recuerden que hace poco más de un mes, los cubanos no aguantaron más y, después de 60 años de revolución, el pueblo salió a la calle a pedir libertad. El gobierno de Cuba sigue siendo el mismo, pero la gente despertó. Esto llevó a represión militar y desaparición de personas, hoy en Cuba está pasando eso”,
Hernry Apululu.
Por eso, casi 30 años después de la película que dió origen a la actual obra, Fresa y Chocolate pone al comunismo bajo la lupa con tres actores en escena, cuerpos al desnudo, voces en off y sutiles juegos de iluminación. Todo esto apoyado en el versátil y ocurrente texto del autor cubano, Senel Paz, ganador del Premio de Literatura Ernest Hemingway.
Otra de las ideas admirables de esta propuesta, es que nos muestra una Cuba con sus pro y sus contra, junto a las miserias y virtudes de un comunismo que pasa a ser un protagonista más, y el mismo está representado por un tercer integrante: Miguel (encarnado por Esteban Nieva) quien intenta mantener vivas las distorsiones entre el intelectual homosexual y el joven revolucionario.

Fresa y Chocolate nos regala una experiencia intimista, reflexiva y de valor histórico, resignificando la estructura limitante del régimen comunista y alentando la idea del respeto a las diferencias culturales, sexuales, políticas y religiosas. También nos invita a cuestionar el machismo estructural.
Solo para adultos, estrenó el pasado 2 de octubre y tiene función todos los sábados de octubre a las 22:30 y los sábados de noviembre a las 21, en Teatro El Crisol.
Hola Diego, muchas Gracias en hacerme/ hacerle al grupo de actores de Fresa y chocolate tan buena nota, espero que los lectores sepan entender la verdadera realidad de la verdadera cuba y de lo que pasó y pasa con sus politicas y adversidades en la bella Isla.
Estoy muy agradecidodo como cubano porde hacer ésta gran obra Cubana en Argentina junto al actor y director Argentino de la obra acá Leonardo Gavriloff, el actor Esteban Nievas y en la asistencia Horacio López.
Muchas Gracias a Tí y a la Revista por darnos la oportunidad de estar en sus páginas.
Los esperamos el próximo sábado de octubre y los Sábados de noviembre 21hs en el Grisol Teatro.
Termino con las palabras de Senel Paz autor y escritor de Fresa y Chocolate : Ésta obra no es una crítica es un dolor que llevo dentro.
Mis saludos
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