La película basada en el libro del blog autobiográfico de Nicolás “Zabo” Zamorano llegó hoy a Netflix y estará disponible en toda Latinoamérica, España y Estados Unidos. Drogas, sexualidad, depresión y suicidio adolescentes son algunos de los temas en los que incursiona, sin tabúes, la película dirigida por Lucas Santa Ana.
Por Sebastián Romero
Quince años atrás, Nicolás Zamorano tuvo la idea de registrar sus vivencias en su blog. Así nació “Yo, adolescente”, la historia de Zabo: un adolescente de 16 años que empezó a escribir a partir de la pregunta “¿qué es un adolescente?”. La escritura lo llevó a publicar una suerte de diario íntimo público: memoriasdemis16.blogspot.com. Su escrito catártico dirigido a la “persona que está del otro lado” es un registro vívido de lo que significaba la adolescencia. La etapa/estafa más linda del mundo, ese momento de la vida en donde las personas sonríen por fuera aunque por dentro se sientan vacíos.
A quince años de su publicación on line, la historia de Zabo fue llevada a la gran pantalla por el realizador cinematográfico Lucas Santa Ana en una amalgama entre la verdad y la ficción.
En el día de su llegada a Netflix, desde Revista Minúscula charlamos con Nicolás Zamorano para conocer su mirada sobre el desembarco de su historia en el catálogo del gigante del streaming y tratar de entender juntos cuál es el secreto que hace que, a quince años de su nacimiento, “Yo, adolescente” siga igual de vigente que el primer día.
-¿Qué te pasó cuando Lucas (Santa Ana) te pidió el texto de la novela para llevarlo al cine?
– En principio me lo pidió sin avisarme para qué era, pero como nos conocemos desde hace muchos años, supuse por dónde venía la mano. A pesar de eso no le pregunté para qué lo quería y se lo di.
El film dirigido por Lucas Santa Ana participó en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, en España y en el Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba. Además, luego de su estreno en la plataforma Cine.Ar, la película inundó las redes sociales y logró llegar a las cien mil reproducciones tan solo en una semana. Sobre la adaptación de su novela a la versión cinematográfica, el autor explica que ese parte del destino que había imaginado cuando la escribió. “La película era la forma de celebrar los quince años de la novela. Sentí que era lo que tenía que pasar con ‘Yo, adolescente‘”, explica Zamorano.
– ¿Cómo fue tu primer encuentro con el guión cinematográfico?
– Cuando vino Lucas a decirme que quería hacer la película tuvimos una charla donde le dejé en claro cuáles eran mis exigencias si iba a realizar esto. Le dije: «Quiero que vos la dirijas y no quiero estar involucrado en el guión al menos en la estructura«. Porque sentía que iba a atrasar los procesos; me cuesta mucho soltar, darle cierre a las cosas. Él se fue sabiendo eso y armó la historia que podía estar en el cine. Es un libro con muchas aristas, bastante largo, entonces había que decidir qué partes iban y cuáles no y él lo hizo de una forma hermosa para que el relato funcione.
El guión me gustó de entrada. Lucas incluso tuvo que fusionar personajes para que funcione mejor. Siempre hubo un ida y vuelta que estuvo bueno. Siento que hizo crecer a «Yo, adolescente» y, por consiguiente, la edición del libro que salió en 2019.
– Estuviste presente durante el proceso de casting y el rodaje, ¿qué significó para vos vivirlo tan de cerca?
– El casting y el rodaje fueron raros por el tema de que no es una biopic, pero está basada en un libro que es un diario íntimo público y escrito en primera persona. Pero la realidad es que todo el proceso fue muy lindo; y eso tiene mucho que ver con el equipo de trabajo que se formó. Desde “Sombra Cine”, la productora; desde “Planeta”, con la editorial; desde la gente que editó; desde la parte musical; el elenco; la gente de prensa; todes les que laburamos en este proyecto lo hicimos con mucho amor y mucha magia. Yo no soy de disfrutar y pasarla bien, soy muy tenso en la vida y laboralmente soy un manojo de nervios, así que estuvo muy bueno todo.

– ¿Cómo vivís el recorrido de la película con su llegada a Netflix y la recepción por parte del público?
– Siempre imaginé que la película iba a terminar en Netflix. Cómo me moví, cómo hice las cosas, mis recomendaciones, mis exigencias, todo iba para que ese sea el destino final. Incluso no estaba muy loco con el estreno en las salas de cine porque sentía que las salas son un negocio que deja bastante gente afuera. En ese sentido, la pandemia y el estreno gratuito en CineAr para todo el país fue lo más lindo que me podía pasar en un contexto tan horrible. Fue todo ganancia. Tener cien mil espectadores en una semana y ahora llegar a Netflix de forma oficial, sabiendo el canal de difusión que es, llegando a toda Latinoamérica, Estados Unidos, España, y dejar las puertas abiertas para que después llegue a más lugares está buenísimo porque “Yo, adolescente” es una herramienta, y que esté disponible para más personas está buenísimo.
– ¿Qué sentiste la primera vez que viste la película terminada?
– La última versión la vi en el cine en España, en el estreno en el Festival Internacional de Huelva en noviembre de 2019. Ahí hubo una emocionalidad que no tenía tanto que ver con la película, porque trabajar tanto sobre ella te da cierta frialdad, pero sí la emocionalidad del trabajo cumplido, del recorrido de los quince años, de ver que el resultado estaba buenísimo y que eso iba a hacer muy felices a les chiques del elenco y a la gente que trabajó. Además, estar en España en un festival, escuchar tantas cosas lindas, recibir premios… Era imposible no emocionarme. También ahí fue la primera vez que una madre, que era parte del jurado, se acercó y me dijo que ella arrancó la película y pasó por el cuarto y estaba el hijo jugando a los videojuegos sin darle pelota y ella lo miró como con hastío y se fue a ver la película. Cuando terminó tuvo que ir corriendo a abrazarlo. Eso me llenó mucho porque sentí que había funcionado.
La novela tiene una escritura muy particular, no solo porque cada uno de sus capítulos – que se llaman “tracks” – tienen nombres de temas musicales que marcan el ritmo de la historia a partir de la emocionalidad y el sentimiento que transmiten las letras de las canciones, y porque historia constituye un registro vivo de la adolescencia en la Argentina post Cromañón, sino porque el autor crea, a través de las páginas, un relato en primera persona que interpela al lector sobre temáticas que hasta hoy han sido poco exploradas: la depresión, la ansiedad, la angustia, la sexualidad y el suicidio en la adolescencia.
Sobre la elección de este registro tan personal para la obra, su autor confiesa que fue un accidente, y que el texto fue una catarsis pública nacida en un blog. “Creo que muchas de las personas que arrancamos a escribir en blogs y terminamos sacando libros o viviendo de la escritura, no lo pensamos así de entrada”, reflexiona Zabo.
https://www.instagram.com/p/CHefEU5ge28/?utm_source=ig_web_copy_link
Si bien la historia narrada mezcla ficción con la realidad vivida por su autor, cuando “Yo, adolescente” se empezó a publicar se trataba de un texto anónimo. “Decir que el chico protagonista de la historia era yo fue una consecuencia del final que tenía el relato. Cuando lo publiqué la gente enloqueció. Miles de personas estaban velando al chico que en realidad se había muerto un año antes y tuve que salir a decirles que era yo”, relata Zamorano.
Sobre el momento en que decide, de alguna manera, compartir la identidad del personaje de la novela con la suya propia, el autor cuenta: “Fue un gran momento para mí pero también siento que me puse al frente de un ‘Zabo’ que solamente tendría que haber sido ficticio y vivir en ese mundo de los blogs y de golpe se mezcló con mi vida real, con la parte que conté con ese final ficticio, con quién soy, quién debería ser y lo que se espera de mí en función a lo que se leyó en un momento. Entonces me volví loco. Con ‘Tato’ (Renato Quattordio, protagonista del film) siempre hablo de que ahora le toca llevar el traje de ‘Zabo’ a él”.

– ¿Cuál es tu escena preferida de la película?
– Cuando entran a la fiesta: ese plano secuencia de cuando entran y se van saludando, se encuentran y se sirven algo para tomar y suena Adicta. Ese día me emocioné ahí en el rodaje, porque lo sentí muy real. Sentí que, por un lado, era lo que había escrito y, por otro, lo que había vivido; entonces me jugó muy fuerte la nostalgia en esa escena.

– ¿Hay algo que te hubiera gustado que quede en la película y no llegó al corte final?
– Me faltan todas las escenas en Mar del Plata que quedaron afuera por cuestiones de presupuesto. Se intentó mantenerlas el mayor tiempo posible hasta que llegó el momento de decir que no era posible. La película arrancó con un dólar a $20 y terminó con uno a $60, así que fue muy difícil sostener esa parte de la producción. Las personas que leyeron el libro saben que faltan esos escenarios y esas escenas que son el clímax del libro, pero está bien adaptado para que funcione todo acá en Buenos Aires, quedó increíble.
-¿Qué sentís al ver la vigencia de la historia de “Yo, adolescente”?
– Siento que hay cosas que cambiaron mucho, pero en otras partes que no son «porteñolandia» las cosas no cambiaron tanto y los pibes, las pibas y les pibes se sienten de esa manera todavía y tienen esos contextos. Además, sigue siendo muy difícil hablar de suicidio, de salud mental, o de depresión juvenil; creo que está bueno que la película funcione como herramienta para abrir conversaciones sobre esos temas y, así, ayude a traducir el idioma adolescente. Porque la adolescencia es eso: darte cuenta que te estafaron en la infancia, que el mundo es una mierda y no saber qué carajo hacer con todo eso porque los que te estafaron están en tu propia casa, son tus padres; por eso es muy difícil la comunicación ahí. Es muy positivo que «Yo, adolescente» tenga vigencia aún hoy porque significa que como herramienta sigue sirviendo a pesar de que fue escrita en el 2005.

– ¿Qué opinás de la situación actual de las problemáticas en las que incursiona la historia?
– Pienso que la sexualidad y el acceso a la información y a la cultura evolucionaron, pero hablar sobre salud mental y suicidio sigue teniendo un peso muy grande, esperemos que cada vez lo tenga menos. Hay algo que pasa en la peli que a mí me causa mucha gracia y es el comentario “pero en ningún momento te da la idea de que es suicida”, y justamente ese es el tema. No todos los suicidas tienen que ser lo que te vendió el cine: esa persona depresiva, oscura que escucha Radiohead y llora todo el día. Puede ser bastante diferente a lo que uno se imagina, el tema es que nunca te lo contaron y nunca te hablaron sobre el tema.