“Radojka” tiene la fórmula perfecta: las actrices adecuadas poniendo el cuerpo al guión honesto y versátil de los dramaturgos uruguayos Christian Ibarzabal Fraga y Fernando Schmidt. Una inevitable ovación de pie.
Sobre las tablas del teatro Picadilly, esperan Cecilia Dopazo, en la piel de Lucía y Patricia Palmer, encarnando a Gloria. Dos actrices con buena espalda para, audazmente, abordar la morbosidad de la muerte con mucho humor y diálogo de calidad.
Gloria y Lucía son las cuidadoras de Radojka, una anciana que ya superó los noventa años y quien llegó a Argentina desde Serbia. Con su único hijo a más de diez mil kilómetros de distancia, solo es frecuentada por estas dos mucamas, quienes la acompañan a cambio de un sueldo en dólares. Una en turno noche y la otra durante el día, ambas cuentan con este único trabajo estable que se ve amenazado cuando, de golpe y porrazo, la patrona muere. Entonces, es que idean un plan para mantenerla “viva”.

La pluma de sus dos autores, Christian Ibarzabal Fraga y Fernando Schmidt, junto a la adecuada dirección de Diego Rinaldi y la producción artística de Martín Gómez Márques dan vida a “Radojka”, una obra con humor negro, pícara y por momentos crítica, que arriba hacia un final inesperado.
Ambas mujeres ya están pasadas de edad como para conseguir otro empleo y tienen miedo a no poder comprobar que ellas no mataron a su jefa, que apareció muerta en la bañera. Esto las lleva a tomar una decisión a favor de conservar el único ingreso económico que tienen. Aquí es donde Dopazo se luce. Fresca e inquieta, recorre todo el escenario penetrada de una sensación de incertidumbre, trasladándola al público.
Durante meses, Gloria y Lucía siguen recibiendo los cheques provenientes de Serbia, concurren normalmente a su trabajo y nadie sospecha que Radojka está muerta. Pero este maravilloso plan, se sacude cuando el hijo de la difunta decide viajar a Buenos Aires para visitar a su madre. Palmer se pone al hombro este conflicto y guía las escenas con mucha gracia, cómo lo haría cualquier vecina del barrio, generando una sorprendente empatía con quienes están en la sala.

Gloria (Patricia Palmer) es la típica cincuentona que, a falta de expectativas personales, se conforma conservando aquel cómodo trabajo rutinario. Es quien toma el timón del conflicto, la que propone soluciones y, sin pedir permiso, también quien toma las decisiones. Palmer despliega un batallón insultos frescos y apela a ocurrencias bien argentas para manipular a Lucía, quien aparentemente, “tiene mucho más que perder”.
La desdichada Lucía (Cecilia Dopazo), es la típica hiperactiva que, más allá de los golpes de la vida, se muestra mucho más entusiasta que su compañera de trabajo. Tiene una personalidad adaptada a las ideas de su madre y vive con su único hijo, un ex convicto que, supuestamente, se encuentra en recuperación. Dopazo domina con excelencia el papel de mujer adulta, sumisa, cargada de miedos y dueña de una intimidad bastante oscura.
Bien heterogénea, la obra salta de escena a escena con pequeños lapsos de iluminación psicodélica y recortes instrumentales. Los sollozos violines al ritmo de “Smells Like Teen Spirit”, de Nirvana, intensifican aún más la locura interna que cargan las desesperadas empleadas de la difunta serbia.
“Radojka” propone – acertadamente – generar espacios para dar lugar reflexiones profundas sobre las situaciones límite de desempleo espontáneo y también sobre la poca inserción laboral para personas mayores.Desconociendo fronteras, no solo Buenos Aires tiene el honor de tan atractiva propuesta. “Radojka” también está presentándose en el Teatro Nacional La Castellana, de Colombia, protagonizada por Ana María Sánchez y Marcela Benjumea; y arribando próximamente al Artespacio Plot Point de España, con las actrices argentinas Verónica Bagdasarian y Marina Skell al frente de la obra.