Se reestrenó este mes en el Cultural San Martín “Pompidú”, una obra sobre el amor adolescente que además, libre de tabúes, aborda temas como la esquizofrenia y la psiquiatría. Minúscula dialogó con su autora, Catalina Piotti.
Una niña frente a un espejo enorme recita el diálogo de una escena de una obra de teatro que ella misma creó. Y sueña. Y escribe. Y pinta. Sus únicos amigos son la imaginación, el arte y la escritura. La niña se llama Catalina y aún no sabe que eso con lo que sueña, dentro de algunos años, se convertirá en su profesión.
“Atentar contra la propia expresión es sumergir a nuestra genuina esencia en un océano incoloro e insensible”.
Catalina Piotti es guionista, dramaturga y actriz argentina, graduada en el programa de guión de cine y televisión en UCLA en Los Ángeles, California. Piotti ha producido, actuado, escrito y dirigido sus propias obras en nuestro país por más de diez años. El primer espectáculo de su autoría fue “Cuero y Tiara: un musical”, en 2013 y hasta el día de hoy narra historias.
“Escribo porque no me imagino la vida sin escribir”,
Catalina Piotti.
En 2017 Piotti viajó a Los Ángeles para realizar un curso de guión intensivo en New York Film Academy (NYFA). Un año después decidió regresar. Además, la dramaturga viajó por la Patagonia argentina hasta Camboya, pasando por Purmamarca, París, Perú, Barcelona y Vietnam. “Mi ave fénix fue y sigue siendo una mariposa: símbolo de transformación e impermanencia”, manifiesta.
La palabra metamorfosis viene del griego meta-morfé y significa «más allá de la forma anterior». Y tal como la mariposa que atraviesa estadíos muy distintos hasta llegar a conformarse como tal, Piotti incursionó tanto en el cine, como en el teatro, la escritura y el mundo de las series; y lo hizo como directora, escritora, guionista y actriz.
“Los miedos quieren que te despiertes y que encuentres tu verdad”.
Antes de su segundo viaje a California, en 2017, Piotti estrenó su obra “Pompidú”, también editada como libro en 2018 con ilustraciones de Agustina Marambio de la Vega.
“Pompidú” es una historia que encarna la esencia viva de la escritura joven. Esa escritura libre de prejuicios, que no teme a denunciar y que se corre de lo políticamente correcto. La obra, protagonizada por Malena Ratner, trata sobre la revolución que es la adolescencia y el paradigma de la ruptura de lo establecido.

Además de ser una historia de amor adolescente, la obra de Piotti habla sobre la esquizofrenia en primera persona. En una sociedad en la que la salud mental sigue siendo tabú y en la que existen generaciones que se rigen por mandatos arcaicos, la propuesta de Piotti abre horizontes.
Luego de regresar de California y ya de regreso en Argentina, la pandemia mundial había encontrado a la dramaturga sedienta de teatro. Por esas cosas de la vida, que parecen escritas aunque no lo estén, Catalina se encontró tomando un café con Malena Ratner y le comentó su propuesta teatral; el reestreno de “Pompidú”.

Fue así que, junto a un elenco conformado por Ratner, José “El Purre” Giménez Zapiola y Eugenia Bonel, volvieron a dar vida en el escenario a Érica – una joven psiquiátricamente inestable -, a Inti – su enamorado antisistema -, y a Susana – su tía que cuida de ella-.
“Tuve que lanzar Pompidú al universo, como obra y como libro. No solo para dejar de temerle a la ‘locura’, sino para entender que en este mundo hostil existen grises y que es bueno hacer las paces con el pasado y nuestro origen”, manifiesta Piotti sobre su obra que se reestrenó el 9 de este mes.
“La intensidad no tiene tiempo para dormir es elixir de valientes”.
Por otra parte, y como consecuencia de la sed teatral con la que Buenos Aires recibió a Piotti en la pandemia, en agosto de este año se estrenó en el Teatro Border «I-Ching», interpretada por Luciana Caisutti y Catalina Cofone Polack.
La historia de “I-Ching” es la historia de Leticia, una joven guionista que sueña con triunfar en Hollywood. Y aquí es cuando la ficción se desnuda y deja ver la historia que esconde detrás. Porque según su autora, «siempre hay algo del escritor en sus obras».
Y es que cada vez que Catalina escribe vuelve a ser esa niña solitaria que se encuentra frente a la hoja en blanco, lista para poner en palabras y colores ese poema color arcoíris que tiene dentro.
siempre los grises nos acompañan en la vida
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