
La Biga Alada, banda de rock arequera, lanzó en plena cuarentena “A usted obrero”, un tema inédito y grabado desde casa. Los 11 artistas que componen la banda participaron y juntos volvieron a encender la llama del fuego biguero, que no se prendía desde antes de que comenzara la pandemia.
Por Alfonsina Carissimo
Fotografía: gentileza de @di_nanita
Voz
Corre el año 2012 y «Chapu» Morales canta “A usted obrero” en un fogón con su banda amiga. Alrededor del fuego se reúne una Biga Alada chica, en la que él toca el teclado y «Laucha», el actual tecladista, la guitarra. Entre risas, llamas y puchos cantan el tema que, años después, los volvería a unir a pesar de las distancias.

La Biga Alada lanzó “A usted obrero”, un tema inédito que llevaba años en la banda pero que nunca antes habían grabado. En plena cuarentena, los 11 músicos desde su casa, se grabaron y compilaron sus producciones para crear un video que llegó a más de 2500 vistos en Instagram.
Las canciones que están olvidadas no desaparecen”, dice el cantante.
“La letra es un homenaje y un abrazo a todos los laburantes que salen a ganarse el pan en esta pandemia, después de cuatro años de macrismo en una economía que quedó desamparada y con un nacionalismo tirado abajo”, manifiesta Chapu, compositor del tema y cantante de la banda.
Chapu tiene una voz ronca, pero por momentos tierna, de esas que no se olvidan. Le gusta bailar mientras canta y es un pibe de barrio. Es de divagar en las conversaciones, puede hablar de su lazo estrecho con el Barrio Prado – su barrio –, seguir con las imposiciones de las sociedades colonizadoras y concluir con una denuncia al sistema capitalista. Todo en la misma conversación.
Pero cuando de música se trata, La Biga Alada tanto en sus temas, como en sus shows en vivo manifiestan su compromiso con las clases marginales; así ocurrió con “A usted obrero” que, si bien fue compuesta hace años, jamás perdió ese significado contestatario que representa a la banda.
Vientos
En el 2011, cuando La Biga Alada todavía no era si quiera un proyecto y cuando muchos de los músicos aún no se conocían, Agustín “Viucha” Viú transitaba su último año de colegio y se compraba su primer saxo. Ese instrumento fue el que le abrió las puertas a un panorama diferente en su vida y el que hizo que su deseo por estudiar música despertara. “Qué suerte que no estudié derecho”, dice hoy.

Mientras Chapu, encuarentenado desde su casa pensaba en qué tema inédito de todos esos que tiene en la cabeza podían tocar en la pandemia, Viucha tocaba el saxo en su casa. Este año es su noveno año en La Biga Alada y también como saxofonista; es uno de los cuatro miembros que conforman la banda desde sus comienzos y que aún tocan.
“Como hay personas que necesitan hacer ejercicio para no engordar, yo necesito tocar el saxo para vivir”, expresó Viu.
Hace seis años, cuando sólo Agustín Viú conformaba el cuerpo de vientos de La Biga Alada, llegó Felipe Miranda. El de las rastas, el mayor – en ese momento –, el petiso del oído agudo. Las rastas ya no las tiene, pero lo demás sigue igual.

En la cuarentena, Felipe trata de lograr un equilibrio sano entre sus instrumentos (porque toca muchos), el trabajo y su familia. En sus ratos libres estudia saxo con métodos de jazz y cree que el crecimiento de la banda en estos años se debe a que cada uno, además de tocar, estudian su instrumento y perfeccionan su técnica. Si bien la mayoría de los integrantes de La Biga Alada son autodidactas, todos alguna vez tomaron clases con profesores de música.
Felipe fue quien se encargó de la edición del audio del video de “A usted obrero”. Detrás de cada sonido, de cada nota, de cada toma, estuvo él. Además, todos juntos, pero cada uno desde su casa, se encargan de perfeccionar los temas del segundo disco que llegaron a grabar antes de la pandemia. La cuarentena total no sólo postergó el lanzamiento del nuevo disco, sino que también hizo que cancelaran muchas fechas que ya tenían pactadas para este año.
Ir a tocar cuesta mucha plata y es muy difícil por la situación económica que vivimos, es muy raro que nos paguen; pero nos gusta pelearla”, dice Miranda.
Mientras Viucha tocaba el saxo en su casa, el viento unía su sonido al de la trompeta de Furlo, que se encontraba con sus alumnos de la orquesta municipal en una clase virtual. Él es el maestro bueno, el amigo de todos, el que llama a las personas por “amor” o “corazón”.

Miguel “Furlo” Furlino toca la trompeta en La Biga Alada desde 2014 y es el mayor de la banda. Hoy, además de ser profesor de música, tiene un taller en su casa en el que arregla motos y agradece por tener otro ingreso además de la música; el artista denuncia que la cultura arequera está estancada, “muerta”. Junto a otros músicos del pueblo conforman un grupo en el que se apoyan entre sí e idean proyectos para mantenerse activos. Pero, al no recibir una respuesta de la Secretaría de Cultura del Municipio, sus opciones se acortan y los músicos que no cuentan con otra vía de ingresos se ven desamparados.
El año pasado, cuando asumió el Secretario de Cultura, yo me ofrecí para charlar con él, pero nunca nos recibió ni citó”, manifiesta.
Furlo es tímido, cuando comenzó a tocar lo hacía en el anonimato, pero las bandas lo ayudaron mucho en ese sentido, “son mi vía de escape”, dice. Pero es, además, un músico comprometido con la cultura y entiende que, sin ella, mucha gente no encuentra esa vía de escape y de sustento.
Facundo Avanzini Rivarola tiene ocho años y toca sus primeras notas con una trompeta en un salón enorme en la casa de su maestro de música. Él vive en Norberto de la Riestra, un pueblo de la provincia de Buenos Aires y todavía no sabe que, en unos años, lo van a conocer como “El Mono”, trompetista de La Biga Alada, una banda de San Antonio de Areco, a más de 165 kilómetros de su casa.

Mientras la mayoría de los miembros de la banda grababan desde sus hogares en San Antonio de Areco su aporte para el video de “A usted obrero”, El Mono lo hacía en su departamento en Capital Federal, a una cuadra del Obelisco. El trompetista conoció a la banda gracias a Tomás Clancy, bajista de La Biga Alada, y en 2015 se unió al grupo.
Ir a ensayar con los chicos todos los fines de semana me daba la energía para trabajar en la semana acá en Capital”, expresa El Mono.
Facundo habla mucho y muy rápido. Fuma y habla. Come y habla. Es de esas personas a las que les cuesta quedarse quietos por un rato largo. En el video de “A usted obrero” es el que no para de bailar. Trabaja en una empresa de medicina laboral que está parada por la situación de la pandemia. Pero cada vez que toca su trompeta en el departamento se olvida de sus problemas personales y económicos; y vuelve a Areco. Vuelve al pasto, al verde, a una juntada con sus amigos, vuelve a ser ese Facundo de pueblo que tiene ocho años y un mundo por delante.
Cuerdas
A 115 kilómetros del departamento de Facundo, Tomás Clancy juega a grabar diferentes sonidos en el home studio que tiene en su cuarto. Primero, toca algunos acordes con la guitarra, luego le suma ritmo con el cajón peruano, sigue con el bajo, hasta que se anima a cantar; solo y en su habitación.

Tomás Clancy es el bajista de La Biga Alada, maneja la conserjería y el buffet del Club Tempestad con un socio y también es profesor de guitarra en la Escuela de Rock, un taller municipal. Chapu realiza el delivery del Club, es por eso que con Tomás son los únicos miembros de la banda que se cruzaron en la pandemia. Clancy – como le dicen sus amigos – expresa que la distancia siempre fue algo difícil para la banda porque no todos los integrantes viven en San Antonio de Areco.
Cada vez que habla de La Biga Alada lo hace de una forma cálida, como quien cuenta cómo está conformada su familia. Así ve a la banda, como una familia.
En el momento previo al vivo hay una euforia que hace que se respire diferente, en ese momento los 11 estamos pensando en eso, es una entrega total”, expresa.
Cuando Tomás cursaba el conservatorio de música en Buenos Aires se cruzó con Miguel Gahan, un joven músico de Gualeguaychú. Los dos se encontraban en la misma situación: habían dejado su casa para estudiar música. Con todo lo que eso conlleva.

Miguel comenzó a tocar la guitarra en La Biga Alada hace cuatro años y viajaba todos los fines de semana a Areco para ensayar. Además, estudia música y dicta clases de guitarra online. Vive solo en su departamento con su guitarra. Y su joggin Adidas.
Lo que más me cuesta de la pandemia es sentir que la banda quedó parada”, expresa.
Miguel tiene un par de ojos grandes que hacen que parezca que él no mira, sino que observa. Y con atención. Miguel camina lento, parece que pasea, como si nada ni nadie lo corriera. Es alto, pocas veces tiene la barba prolija, es muy músico. Pero de esos que son muy buenos. Tanto que no necesita presumirlo.
Al principio comenzó como empieza todo, como un hobbie”, dice Nido.
Además de ser el guitarrista de La Biga Alada desde el primer día, Nido trabaja como docente de música. Dicta clases virtuales en la Escuela Municipal de Música de San Antonio de Areco (EMMSA), en la Escuela Secundaria Técnica y además a alumnos particulares.

Nido en realidad se llama Nahuel Morales y es hermano de Chapu. Estudia música en el conservatorio de Mercedes y espera recibirse este año, está cursando su última materia. Es una persona tranquila, tiene un temple que es necesario para la banda, un temple que está presente también en su casa, que además es la sala de ensayos de La Biga Alada, un temple sin el que el grupo no sería el que es hoy.
Extraño ver a los chicos fuera de la banda”, expresa Lautaro “Laucha” Savoy.
Laucha forma parte de La Biga Alada desde sus comienzos y, cuando la banda sufría mutaciones, él lo hacía a la par. Al principio tocaba la guitarra y hoy es el tecladista. Además, el grupo pasó por tres bateros, varios guitarristas y también se incorporaron, con el tiempo, otros músicos.

Laucha le teme a pisar sobre una baldosa rota, los cambios lo incomodan. Aunque no lo diga. Pero fue a gracias a La Biga Alada que logró poder ver que algunas modificaciones en la banda podían ser positivas y hoy cree que cada cambio que transitaron fue necesario para que el grupo evolucione y logre ser la banda que es hoy. La Biga Alada creció musicalmente con el correr de los años y, así también, lo hizo Laucha.
Percusión
A eso del año 2017, La Biga Alada necesitaba un baterista y fue entonces que llegó Nacho Bunge, un descubrimiento gualeguaychense. Es de los que están del otro lado del mapa, un entrerriano que vive en Capital Federal. Sí, como Miguel, iban juntos al colegio; después, Miguel conoció a Tomás, el bajista, en la facultad y en ese momento Nacho estuvo en el lugar y momento que tuvo que estar para que lo invitaran a formar parte de la banda.

Desde marzo que no sale de su departamento en Recoleta y que no toca su batería porque la dejó en Areco; para el video contribuyó desde la percusión con su cajón peruano y fue el que se encargó de la edición visual de la producción.
Fue la manera que encontramos para tocar juntos”, expresa.
Nacho no sólo extraña su batería, sino que también extraña a Areco. Por más tediosos que sean los viajes de tres horas para ensayar solo un rato, La Biga Alada hace valer cada segundo; además, es su dosis necesaria de campo en su semana repleta de colectivos y edificios.
Los primeros segundos de «Por algún lío» – la cumbia de Messi – comienzan con el sonido de Nacho en la batería y lo siguen las congas de Rolo Alesci, que colaboró como artista invitado; aunque, en realidad, había llegado a La Biga Alada para quedarse.

Cuando algunos de los músicos estaban en una clase online, trabajaban o tocaban música en sus casas, Rolo iba a ser papá. Luana llegó al mundo en mayo y para Rolo fue un momento plagado de experiencias nuevas. También fue la primera vez que tocó – y escuchó – “A usted obrero”. “En esos ocho años que no estuve en la banda me perdí muchos temas inéditos que se tocaban en juntadas y asados”, dice.
Rolo cursó el Profesorado de Música en la Escuela de Arte Gustavo Chertudi en la primera promoción, pero no lo concluyó. También toca en “La Furia” y trabaja en una vidriería con su papá. Lo que más disfruta de formar parte de La Biga Alada son esos momentos en los ensayos o shows en vivo en los que los 11 músicos comulgan un mismo pensamiento. “Y es que de eso se trata esta banda: de fusionar 11 ideas diferentes y lograr plasmarlas en esa música que tanto disfrutamos hacer”, concluye Alesci.