CINE ENTREVISTAS

Benjamín Segura: “La película me llevó a lugares a los que no sabía que podía llegar”

La película “La Sociedad de la Nieve”, dirigida por Juan Antonio García Bayona (“Lo Imposible”, «El Orfanato”), cuenta de una manera más sensible y desde otro punto de vista – que los anteriores relatos de la misma historia -, y dándole otro sentido ya que tiene otro tipo de narrador, lo que les pasó a los sobrevivientes de “La tragedia de Los Andes” y cómo salieron adelante.

Desde Revista Minúscula hablamos en exclusiva con Benjamín Segura que le da vida a Rafael “El Vasco” Echavarren, un joven de 22 años que fue parte del grupo, y que murió poco antes de que los encontraran.


Para Benjamin “Chori” Segura, quien interpreta a Rafael Echavarren, este se trató del primer casting en su vida y su primera experiencia en frente de una cámara. Había tenido clases de teatro en centros culturales con quien escribe esto. Chori fue siempre muy amiguero, de esas personas cálidas que cuando le decís que necesitas charlar de algo, va con el mate a escucharte atentamente a ver en que te puede ayudar. Esta vez, yo quise escucharlo a él.


– ¿Qué es lo que más vas a recordar de haber grabado una película con tanto impacto?

“La sociedad de la nieve” me educó a «ser» adentro de un set, me enseñó a trabajar, terminé generando cierta disciplina. La película me llevó a lugares a los que no sabía que podía llegar. Tener un director que te exija a esos niveles, si te gusta actuar, es un regalo.


Cuenta Segura que la segunda vez que vio la película fue en el Festival de Cine de Mar del Plata y que hubo muchas emociones encontradas. “Vamos a ver si lo que hicimos, funciona”, pensó aquella vez. Y funcionó.

Benjamín relata: “Tuvimos una reacción y una respuesta por parte del público que fue muy, muy increíble. Cuando aparecieron los helicópteros, toda la sala empezó a aplaudir, quedaban todavía 20 minutos de película. Si se aplaude en ese momento es porque estás realmente sumergido, en ese aplauso y esos gritos de la gente, en ese momento de la película fue como una especie de desahogo. Fue un regalo increíble poder ser testigo de ese día, la gente nos aplaudió 10 minutos. Me acuerdo que lloré desde antes de entrar a la sala hasta que terminó la película. Cuando terminó seguí llorando un rato más”.


EL LARGO PROCESO DE SELECCIÓN

El actor cuenta que el casting para todos fue muy largo, fueron meses sin tener noticias. Pero estaba bien. “Es mi primera vez, es normal”, pensaba.


– ¿Cómo fue el casting?

– Fue una aventura hermosa. Un amigo, Tati Pereira, había arrancado a hacer el casting y en una instancia te pasaban una escena para hacer y le tenías que pedir ayuda a alguien para que te responda los diálogos. Tati le pidió ayuda a otro amigo que se llama Juampi, Juampi hizo lo mismo y me pidió ayuda a mí. Vino a casa, lo grabamos y cuando terminamos de grabarlo le pregunté: “Che, ¿para qué es?” y me dijo: “Un largometraje, va a ser ‘La Nieve’, mandá, ya fue”.

Fue un proceso bastante largo, estaba casteando toda Argentina y todo Uruguay. Sabíamos que era un monstruo lo que se venía enorme, enorme. Era el primer casting que yo hacía en mi vida entonces también había algo de ”Estas cosas son largas, para trabajar una peli, la carrera tiene que estar bastante más avanzada, son como muchos castings y después quedas”. No supe nada hasta que, después de un mes y medio, me llamaron.

En ese momento casi me pongo a llorar, estaba feliz de la vida. La semana siguiente me fui a Uruguay, a Montevideo. Ahí ya estaban varios de los chicos casteando hacía un mes y yo iba cuatro o cinco días, entonces estaba inseguro.

Al día siguiente no podía creer que estaba en un estudio, ya con las cámaras. Además estaba Jota, que es el director de la película, María Laura (Berch, encargada del casting). Hicimos primero comedia como diez tomas de comedia después diez tomas de drama, más o menos y no sé, estuvimos una hora, una hora y media, me acuerdo que estaba con Enzo (Vogrincic).

Fue magnífico, hermoso, jugué, me divertí, me sentí cómodo. Jota, María Laura y toda la gente ahí era amorosa. Había ganas de que quedemos, ellos estaban buscando gente hace un montón de tiempo, entonces, querían avanzar. Te hacían sentir muy tranquilo y seguro para que puedas dar lo mejor de vos. Y así fue. Se trató de una experiencia actoral maravillosa.

En un momento, me escabullí entre los técnicos que estaban montando todas las cámaras en el fondo del fuselaje, y me puse ahí a un costado a ver. En un momento me agarra Jota y me dice:

– ¿Qué hacés acá?

– No, perdón, es que quería ver, por ahí si no quedo, esta es la última vez que estoy en frente de estas cámaras, con vos, viendo cómo hacen esto.

– No, pero ¿qué haces acá en el fondo, a un costado que no ves nada?

Me acercó adelante, con los chicos, me puso un monitor en frente y me dijo:

– Acá, ahora sí, ves bien.

Me quedé viendo, y en un momento me pregunta: «¿Te animás a sentarte enfrente de ellos y hacerlos reír?» Pregunté: «¿Desde el personaje?» y me dijeron que sí. Algunos estaban sentados en el fuselaje, llorando y de repente Jota me dice: «¡Ahora!«. Entonces, voy, me siento, y les empiezo a hablar. La angustia de ellos se transformó en alegría y, despacito se empezaron a reír, en una sonrisa muy tímida que se transformó en una risa. Fue un momento magnífico.


– ¿Cómo te enteraste que quedaste?

– De Montevideo volví con muchas ganas y con mucho miedo. A las dos semanas de estar en Buenos Aires, de vuelta en mi casa, tengo una videollamada con María Laura que fue muy mágica.

Cuando me uní a la reunión y me dice, che, estuve revisando unas cosas acá, un formulario que pasé a España, y me están haciendo algunas preguntas, vos andá respondiendo.

– ¿Tenés alguna enfermedad?
No, no.
– ¿Tenés que tomar algún medicamento?
No.
– ¿Tenés alguna restricción alimentaria?

Me empezó a hacer como preguntas de rutina, yo como, no, no, no, no, todo no. 

En una de esas preguntas me pregunta: “¿Qué preferís, ventana o pasillo?” Y yo me quedé en silencio, se me llenaron los ojos de lágrimas. Y le digo, ¿ventana o pasillo de qué, María Laura? Y se empieza a reír y me dice: “¿Ventana o pasillo, Chori?”. Y le dije, ¿en serio? Y me dice, quedaste, estás adentro, te felicito, lloré. Fue un momento muy épico. Me dijo armá las valijas que en dos semanas o un mes nos vamos. Y así fue.

Fue un casting largo, duro, con un montón de emociones que subían y bajaban, que se desarmaban, que volvían a crecer y se transformaban en sueños que después se derrumbaban.  Se me dijo que sí, se me invitó, y acá estamos, charlando contigo. Esto fue en agosto de 2021, dos años y medio ya pasaron.


– ¿Qué fue lo que más te sirvió a la hora de darle vida a tu personaje?

– Cuando me confirman que estoy adentro, me informan también que vamos a conocer a los familiares de los fallecidos y a los sobrevivientes. En octubre, de nuevo, viajamos a Montevideo.

El Vasco tiene tres hermanas: Sara, Beatriz y Pilar, que las amo con todo mi ser, son tres mujeres extraordinarias. Yo estaba muy nervioso, porque estaba muy barbudo con el pelo medio largo y desprolijo, iba a conocer a estas tres hermanas, pero necesitaba que se entienda que me estaba acercando con todo mi cariño, todo mi cuidado, para mí, era un honor interpretar a su hermano, yo quería hacer lo mejor.

Yo estaba en mi cuarto. Habían dicho de la productora: hoy a las cinco de la tarde vienen las chicas y te reunís con ellas. Estaba solo en mi cuarto esperando, de repente me sonó el teléfono y me dijeron “están abajo”. Me peiné un poco y bajé con el corazón a 2.000 kilómetros por hora. 


LA REUNIÓN CON LAS ECHAVARREN TÊTE-À-TÊTE

Finalmente, cuando Benjamín bajó estaban las tres esperándolo. Cuando una de ellas se percata, cuenta:La del medio se da vuelta, me mira, abre la boca, suspira y las toca a las otras dos. Se dan vuelta y tienen la misma reacción, parecía una película”.

Me acerco y me dicen: “¿Vos sos Rafael?” (Rafael es el nombre de El Vasco) le digo que sí, me largo a llorar y ella se larga a llorar conmigo. Nos abrazamos y ellas me agradecían por estar ahí y yo les agradecía a ellas.

Se sumó también Daniel Fernández, que es uno de los sobrevivientes que se hizo muy amigo de El Vasco en la montaña, entonces tenía muchos cuentos y mucha información. Así que, yo estaba anotando todo y tratando de captar códigos en común que tuvieran las tres hermanas, entendiendo que El Vasco podría llegar a tener algo de eso, como un núcleo. Después de eso nos fundimos en un abrazo, lloramos, nos reímos, para volver a llorar, para volver a reír. Fueron horas magníficas.

Los sobrevivientes y las hermanas fueron las piezas fundamentales para mi interpretación de El Vasco.

Después de que encontrás una línea cronológica, un hilo de pensamiento, un todo, ese personaje construido, que le pasaba habitando ese presente, con ese frío, con esa hambre, con esas muertes, con esos amigos nuevos, sin conocer tanto a nadie. Fue emergiendo simplemente.


– ¿Qué fue lo más duro de grabar? ¿Y lo más lindo?

– Los sobrevivientes se refieren a la primera noche como “el infierno». Había algo de lo que hicimos que se trataba de habitar ese infierno, nos metimos nosotros 30 en el fuselaje, muertos de frío, todos desordenados, todos incómodos, con gente gritando, con heridos, mucho, mucho caos, mucho viento por todos lados, volaba nieve por todos lados. Estábamos muriendo de frío. Fue muy terrible, todo el cuerpo muy intencionado y hacíamos eso un rato largo. De repente frenábamos, salíamos, llorábamos un rato, nos abrazábamos y volvíamos a entrar.

En el instante en el que aflojabas un segundo, alguien de afuera con un megáfono te decía: “No, no, no pueden aflojar porque es terrible lo que pasaron, están muertos de miedo porque están muertos de frío porque se les está muriendo gente al lado y porque en ningún momento puede ser liviano, nada de su cuerpo puede estar liviano”, fue muy intenso. 

Grabar el alud también fue terrible, ahí nos congelamos. Llegamos un día al set y el avión estaba cubierto de nieve por la mitad. Lo que tenía diferente eso con los otros días era que los otros días te mojabas los pies, te congelabas pero solo los pies y acá lo que pasaba era que de repente tenías todo el cuerpo mojado, todo el día, nos enfermamos todos.

Fue muy fuerte, quedó hermoso y lo haría mil veces más, para mí esta es la forma de contar la historia, no hay otra. Pero fue terrible, muy feo, muy denso.

Disfruté mucho de grabar las payadas, por supuesto que fueron re divertidas. Estábamos todos juntos, calentitos, divertidos, muy divertidos. La cámara iba girando y nos iba haciendo improvisar una payada a cada uno, entonces nos matábamos de risa.


HABITAR EL PERSONAJE

Chori cuenta también que al armar al Vasco intentó darle la mayor caracterización posible de lo que contaron sus hermanas y sobrevivientes. A él le contaban todos y coincidían, los que estuvieron en la montaña, que desde su lugar, el vasco no perdía las esperanzas y los ánimos y cada tanto decía en voz alta y se repetía para creerlo él mismo: “Soy Rafael Echavarren y juro que regresaré” (a su casa).

Continúa al respecto: “La muerte del Vasco también la disfruté y también me dolió, como pocas cosas me dolieron en mi vida. Tuve un nivel de congoja y de angustia que no sentía hace muchísimo tiempo.  A él se le aparece la imagen de su padre, entonces también me aparecieron imágenes de mi padre en ese momento. Fue muy fuerte despedirme, de este hilo de pensamiento , de este personaje que amé y amo. Le fui dando toda mi vida, le fui prestando mi cuerpo y toda mi energía, todo lo que soy y todo lo que tenía durante tanto tiempo, de repente, de un día para el otro se me moría y, no, no podía creer, estaba desolado”.


– ¿Qué rol crees que hubieses cumplido de haber vivido algo semejante?

– Me cuesta despegarme del vasco hoy. Como de este herido que mantiene o trata de mantener la moral y trata de contar chistes para que la gente se ría, entendiendo que el humor del otro y el bienestar del otro en realidad, depende de su vida un poco. Siento que si me hubiese lastimado sería un poco él. Y si no, seguro un expedicionario no, porque me considero más vago que eso y porque me considero más débil que eso también. Pero lo que sí, me pondría al servicio de lo que los expedicionarios necesitan. Creo, ¿no? Por supuesto que me parece que no hace falta aclarar. Es muy difícil entender qué les pasó.


El padre de Rafael Echavarren cumplió la última voluntad de El Vasco y, contra viento y marea, fue a recuperar su cuerpo para poder darle cristiana sepultura en Montevideo en el Cementerio del Buceo, en el panteón familiar. Es el único que fue sepultado fuera de la cordillera.


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