Las fiestas de fin de año suelen estar asociadas al encuentro, la mesa compartida, las risas en familia y los rituales que se repiten cada diciembre. Pensamos qué vamos a cocinar, a quién vamos a ver, qué regalo comprar. Pero no todos llegan a estas fechas desde el mismo lugar.
Mientras muchas personas celebran, otras pasan la Navidad solas, sin un hogar, sin un plato de comida caliente o sin alguien que les diga “felices fiestas”. Por eso, hablar de impacto en las festividades no es solo una cuestión ambiental o de consumo: también es, y sobre todo, una cuestión social.
Hoy queremos compartir distintas formas de multiplicar el impacto estas fiestas.
Donar con criterio y respeto
A la hora de donar, hay algo clave que suele pasarse por alto: estar en situación de calle no significa aceptar cualquier cosa. Nadie merece recibir descartes. Donar no es deshacerse de lo que ya no sirve.
La ropa que se entrega debería estar limpia, en buen estado, sin roturas. Porque del otro lado hay una persona. Siempre está bueno preguntarse: si estuviera del otro lado, ¿me gustaría recibir esto?
Lo mismo pasa con la comida: no todo lo que a nosotros nos parece útil lo es para quien vive en la calle. Para una persona en situación de calle, un plato de comida caliente, una vianda o un kit de higiene puede significar muchísimo.
Hay diferentes organizaciones sociales, barriales e incluso parroquias que trabajan con personas en situación de calle y en situación de vulnerabilidad. Lo mejor siempre es preguntar qué necesitan. Ayuda se necesita siempre: a veces no se requieren cosas materiales, sino ayuda y contención.

No es lo mismo vulnerabilidad que situación de calle
También es importante diferenciar realidades. Las personas en situación de vulnerabilidad suelen tener un techo, pero no llegan a fin de mes. Muchas veces recurren a comedores comunitarios porque no pueden garantizarse una comida diaria.
En esos casos, sí es útil donar alimentos no perecederos, colaborar con comedores barriales o preguntar qué necesitan: mercadería, garrafas o ayuda para pagar servicios básicos. La clave es preguntar y escuchar.
En San Martín, por ejemplo, la parroquia Nuestra Señora de Luján realiza todos los jueves la “Noche de la Caridad”, donde se acercan platos de comida a personas en situación de vulnerabilidad. Iniciativas así sostienen redes que funcionan todo el año, no solo en Navidad.
Este año y, como todos los años, la parroquia organizó una fiesta de fin de año con show, música, baile, comida y mesas compartidas, para que las personas en situación de vulnerabilidad puedan celebrar, encontrarse y sentirse parte de una noche pensada especialmente para ellas.

Cuando la desigualdad se naturaliza
La desigualdad no es solo una cuestión económica. También es cultural, simbólica y emocional. El sociólogo francés François Dubet lo plantea con crudeza en Por qué preferimos la desigualdad (aunque digamos lo contrario): vivimos en sociedades que dicen valorar la igualdad, pero que en la práctica terminan justificando, tolerando e incluso celebrando la desigualdad.
En ese esquema, muchas veces el pobre deja de ser visto como alguien atravesado por un contexto injusto y pasa a ser señalado como responsable de su propia situación. Se lo invisibiliza, se lo estigmatiza o directamente se lo odia. Mientras tanto, el éxito económico suele ser aplaudido sin preguntas, como si fuera siempre el resultado exclusivo del mérito individual.
Las fiestas, con su lógica de consumo exacerbado, suelen amplificar esa brecha. El contraste entre mesas llenas y platos vacíos se vuelve más evidente, pero también más incómodo. Y frente a esa incomodidad, la sociedad muchas veces elige mirar para otro lado.
Cuatro formas concretas de multiplicar el impacto en estas fiestas
Mientras pensamos en el postre de la abuela, la comida de la tía o el brindis con amigos, hay personas que no van a recibir ni un regalo ni un abrazo. Las fiestas pueden ser un momento de mucha alegría, pero también de profunda soledad.
Y en un contexto de consumo intenso, esa desigualdad se vuelve todavía más visible. Lo que para algunos es exceso, para otros es ausencia total.
Tal vez este año la pregunta no sea solo qué vamos a comprar, sino cómo podemos usar una parte de ese dinero, tiempo o energía para generar un impacto positivo real.
1. Donar con criterio y respeto
Ropa limpia y en buen estado. Nada roto, nada que no usarías vos.
2. Acompañar organizaciones que ya están en el territorio
Como la Cruz Roja Filial San Andrés (San Martín), que todos los jueves realiza recorridas solidarias para personas en situación de calle, acercando comida, abrigo y kits de higiene.
3. Colaborar con comedores comunitarios
Conocé qué comedores están por tu barrio y preguntá qué necesitan antes de donar.
4. Regalar tiempo y presencia
Escuchar, mirar a los ojos, tratar con respeto. Muchas veces nos encontramos con personas que no tienen con quién hablar y se sienten invisibles en un mundo que va a mil por hora.
Multiplicar el impacto también es fortalecer a quienes ya están ayudando
Una forma concreta de ampliar el alcance de la ayuda en estas fiestas es hacer visibles las acciones de las organizaciones que trabajan todos los días con personas en situación de vulnerabilidad, para que más personas se sumen, colaboren y acerquen donaciones e insumos.
“En época de fiestas mucha gente se acerca a ayudar, pero sería importante que esa solidaridad pueda sostenerse durante todo el año”, señala Ricardo Suárez, referente del área “Elijo Ayudar” de Cruz Roja Argentina Filial San Andrés, que desde hace tiempo desarrolla distintas líneas de acción en el partido de San Martín.
En relación con las fiestas, explican que, como organización neutral y sin filiación religiosa, realizan igualmente la recorrida el 25 de diciembre, como todas las semanas. En esa fecha, además de la asistencia habitual, refuerzan la entrega de turrones, maní y cosas dulces para que las personas puedan celebrar y compartir.
Solidaridad Activa: jóvenes organizados en los barrios
Otra de las experiencias que muestra cómo multiplicar el impacto desde lo comunitario es Solidaridad Activa, un grupo de jóvenes que se organiza para hacer llegar a distintas instituciones, hogares de chicos, comedores y casas particulares, elementos como útiles escolares, ropa, juguetes y alimentos, además de acompañar a las personas mediante visitas.
El grupo trabaja con frecuencia en Villa La Cárcova y Villa Hidalgo, ambas ubicadas en el partido de General San Martín, y tiene como objetivo seguir expandiéndose para llegar a más familias. Para eso, destacan, que el apoyo de la comunidad es clave.
En el marco de las fiestas, en Navidad entregan cajas navideñas a las familias del barrio La Cárcova, con alimentos y productos pensados para que puedan celebrar y compartir una mesa en esas fechas tan significativas.
Ayudar también es una forma de celebrar
Ayudar no es solo un gesto altruista: también es un acto profundamente humano y necesario. La psiquiatra Marian Rojas Estapé lo explica con claridad en Cómo hacer que te pasen cosas buenas: el amor a los demás, la solidaridad, el voluntariado y el darse al otro son factores protectores de la mente y del cuerpo.
Multiplicar el impacto en las fiestas no significa dejar de disfrutar, sino ampliar la mirada. Entender que nuestros actos, por pequeños que parezcan, pueden hacer una diferencia enorme en la vida de otra persona.
Quizás esta Navidad el mejor regalo no sea el más caro, sino el más consciente. Y tal vez, ayudar a que alguien más tenga una noche un poco más digna también sea una forma de disfrutar.

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