CULTURA ENTREVISTAS teatro

«Al final las tragedias no mejoran a nadie»: humor, ternura y deseo en una obra que invita a volver a empezar

Hay historias que empiezan entre lo que se pierde y lo que queda. Al final las tragedias no mejoran a nadie sucede ahí, en ese territorio donde el dolor se mezcla con la risa y las mujeres vuelven a mirarse, aunque duela, aunque todo parezca derrumbarse. Escrita y dirigida por Julieta Cayetina, la obra reúne a Graciela Stefani, Miriam Odorico y Dalma Maradona en una comedia dramática que reflexiona —con humor y ternura— sobre los duelos, los prejuicios y las ganas de volver a empezar.

Antes de las últimas funciones del año, que serán el 7 de noviembre en el Teatro Metro de La Plata – Calle 4 entre 51 y 53 – y los viernes 8, 15 y 22 de noviembre en Timbre 4 – México 3354 a las 20:30 hs -, hablamos con Miriam Odorico, quien interpreta a Luisa: una viuda de pueblo que, entre la tristeza y las risas compartidas, descubre que todavía hay lugar para el deseo y la sorpresa.

En la charla, Miriam recuerda el primer encuentro con el texto, celebra el trabajo entre mujeres y comparte el mensaje que más le conmueve: que siempre hay algo que puede cambiar, incluso cuando parece que todo está perdido.


—¿Cómo te llegó la propuesta de «Al final las tragedias no mejoran a nadie«?

—Bueno, llegó porque Julieta (Cayetina) me llama y me dice que tenía una obra con un personaje que quería que haga yo. Así que leí el texto y lo que me enganchó fue que mientras lo leía, me cagaba de risa. Ya eso me encantó porque no es fácil sacarle risas a alguien leyendo algo. Eso ya me encantó. Después me contó quiénes iban a ser mis compañeras y cuál era la idea. Todo junto hizo que dijera que sí, que me interesaba el proyecto.


—¿Cómo fue el proceso de construcción de Luisa?
—Yo siempre empiezo a armar a los personajes desde lo que dicen, desde lo que está escrito. Para mí es muy importante cómo hablan, qué palabras usan. Y después, de la mano de la directora, una va encontrando el tono, el modo. A partir de las lecturas y de las preguntas que surgen en ese proceso, se fue construyendo esta Luisa: una mujer de otra época, un poco mayor que yo, de un pueblo, sin hijos, viuda… muchas capas que fueron dándole el cuerpo que tiene.

Miriam Odorico es Luisa en «Al final las tragedias no mejoran a nadie». Foto cortesía Varas Otero

—¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje?
—Me gusta su transformación. Luisa empieza siendo una viuda muy dolida, cerrada y triste, pero a medida que avanza la obra —y a través de su relación con la sobrina y con su concuñada, que es tan distinta, lleva más tiempo viuda y está más resuelta—, va cambiando. Registra cosas, se anima a otras. Al final, es prácticamente otra mujer.


—¿Cómo te sentís después de este recorrido que tiene la obra, donde la próxima función —el 7 de noviembre— será en gira, en el Teatro Metro de La Plata?
—Sí, sí, estamos muy contentas. La verdad es que esta obra nos viene dando muchísimas satisfacciones, tanto por lo que vivimos nosotras como por lo que nos devuelve el público. Es muy lindo poder hacer reír a la gente, pero también lograr que reflexione, porque esta obra no se queda solo en la risa. Ahora seguimos con la función del 7 de noviembre en el Teatro Metro de La Plata, a las 21 h, y después vendrán las tres funciones de los viernes 8, 15 y 22 de noviembre en Timbre 4, que cierran el año con todo.


—¿Qué te resulta más lindo de trabajar con Cayetina y con tus compañeras?

—El trabajo es lindo todo. Me encanta que seamos un equipo de mujeres. Julieta es muy amorosa; al ser actriz, sabe explicar lo que quiere y cómo llegar a nosotras. Tiene clarísima la obra, y para mí es una suerte que también sea la autora, porque puede ajustar el texto desde adentro cuando hace falta. Y con mis compañeras es puro disfrute y trabajo; a mí me gusta mucho trabajar, así que la paso muy bien.

De izq a der: Miriam Odorico -Luisa -, Dalma Maradona – Cecilia – y Graciela Stefani – Berta- Foto cortesía Varas Otero

—¿Cómo vivís la respuesta del público?
—A mí me encanta, porque nos devuelven cosas muy lindas. Algunas personas nos dicen: “Mirá, tuve sueños a la noche después de ver la obra”. Y ya eso, el hecho de que la gente se ría en la platea, es maravilloso. El aplauso que nos devuelven es la muestra de que la pasaron bien. Todas esas cosas son muy gratificantes. Y también el poder dar este mensaje de esperanza, de que todo puede ser diferente, de que uno puede estar muy abajo pero siempre hay esperanza, que lo último que se pierde… Todo puede cambiar, lo que ni te imaginabas puede suceder, se puede dar vuelta. Eso me parece un mensaje espectacular.


—Me gustaría que me cuentes cuál es el momentito de la obra —dentro de lo que se puede decir, sin spoiler— que más te gusta de tu personaje.
—Son muchos los momentitos. Pero hay una escena en la que Luisa prueba algo que su concuñada la guía para hacerlo. No quiero spoilear demasiado, pero ese experimento, esa pequeña prueba que hacen juntas, me encanta.


—¿Qué le dirías a quienes todavía no fueron a ver la obra?
—Que vengan, que armen grupos de amigas y amigos. Porque aunque es una historia de mujeres, muchos hombres también nos dijeron —en las charlas después de función— que se sienten muy interpelados, que hay mucho de ellos en lo que se dice en escena. Así que si quieren pasar un buen rato, reírse, emocionarse y quedarse pensando, Al final las tragedias no mejoran a nadie es el lugar.


Al final las tragedias no mejoran a nadie nos invita a reírnos del dolor, a mirar de frente lo que duele y, aun así, volver a elegir la vida. Con humor, ternura y un elenco que brilla, la obra de Julieta Cayetina recuerda que siempre hay tiempo para animarse a cambiar, para abrir una ventana y dejar que entre un poco de luz.


Esta entrevista se publicó por primera vez el 03 de noviembre de 2025 en Revista El Walkman. Desde Minúscula apoyamos el periodismo independiente y autogestivo y te invitamos leer la edición original de la nota haciendo click acá.

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