ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) reconoce que el arroyo Cebey enfrenta una situación alarmante debido a múltiples vertidos contaminantes y la comunidad vecinal expone el deterioro progresivo del río y la falta de respuestas estatales eficientes. . Hablamos con los vecinos que se organizaron para accionar sobre la problemática que los une.
La Dirección de Fiscalización de ACUMAR ha reconocido que el arroyo Cebey en Cañuelas enfrenta una situación alarmante debido a múltiples vertidos contaminantes, incluyendo materia fecal sin tratamiento de la planta depuradora de ABSA y aceite mineral de origen desconocido.
Las denuncias de residentes en la zona de Santa Rosa alertaron sobre malos olores y cambios de color en el arroyo que llevaron a ACUMAR a investigar. Los resultados revelaron que las alteraciones provienen de una distancia de 7 kilómetros aguas arriba, donde opera una planta depuradora de ABSA, una sebería, una tripería y dos frigoríficos.
Se identificaron diversas áreas de contaminación. Uno de los hallazgos fue un vertido de «efluente cloacal crudo» desde la planta depuradora de Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA), causado por una ruptura en el caño maestro de entrada. A pesar de un mes transcurrido desde el incidente, la reparación aún no se ha realizado.
También fue detectada la presencia de aceite mineral de origen desconocido y ACUMAR informó haber dispuesto camiones atmosféricos para absorberlo. Cuatro industrias de procesamiento cárnico en las cercanías han sido sometidas a muestreos y análisis debido a su implicación en la contaminación. ACUMAR advirtió que los sistemas de tratamiento de estas industrias son insuficientes.
PREOCUPACIÓN POR EL ESTADO DEL ARROYO CEBEY
Las alteraciones cromáticas del Arroyo Cebey, que varían de blanco a rojo y ceniza a lo largo del día, han suscitado preocupación entre la comunidad. Ante los pedidos de información y denuncias de los vecinos, ACUMAR emitió una respuesta acerca de su estado e informó que desde mayo varias de sus áreas están activas en la zona, realizando controles en industrias y estableciendo comunicación con residentes.


Irene Wais, bióloga y ecóloga (UBA-Oregon State University), advierte sobre los impactos de los efluentes industriales y los líquidos cloacales en el entorno. Estos líquidos son resultados tanto de las actividades fabriles como de las domésticas, que abarcan desde barrios hasta ciudades y empresas.
Wais explica que esta categorización engloba las «aguas grises», derivadas de procesos de lavado como duchas, lavarropas y lavabos, así como las «aguas negras», provenientes de inodoros y mingitorios, caracterizadas por su mayor carga orgánica y la presencia de elementos como fósforo y nitrógeno. La bióloga enfatiza la importancia de no verter directamente estos efluentes en los cursos de agua para prevenir impactos ambientales.
“Aún en el mejor de los casos en los que todo fuera biodegradable, la gran concentración de nutrientes provoca los llamados “blooms” de cianobacterias tóxicas, además de otros microorganismos de la putrefacción que pueden transmitir enfermedades. El riesgo depende de la cantidad. Si son ocasionales el curso de agua se “autodepura” como denominan los ingenieros sanitarios, o estabiliza, como decimos los ecólogos.”, advierte Wais.
LOS TESTIMONIOS DE LA COMUNIDAD
En medio de la crisis de contaminación, los vecinos luchan por obtener respuestas y soluciones de las autoridades. A pesar de los reclamos individuales y colectivos, la falta de acciones concretas agrava la situación.
La comunidad enfrenta un riesgo doble, con la contaminación del río y la posible afectación de sus pozos de agua. La denuncia destaca la urgente necesidad de acción gubernamental para salvaguardar la salud y el ambiente en la región.
“El olor durante la noche, que incluso se siente a kilómetros, no nos deja ni dormir. La contaminación es menor desde hace muchos años, pero desde los últimos dos años es permanente”.
Malena, residente del Paraje Santa Rosa, revela la cruda realidad detrás de la alteración del arroyo Cebey. A diario, ella y su hijo enfrentan el desolador panorama del agua opaca y el olor nauseabundo. En una entrevista, nos compartió sus observaciones y el camino que el grupo de vecinos ha emprendido para enfrentar la situación.
La lucha comenzó con la necesidad de obtener respuestas de las autoridades. Conscientes de que los reclamos individuales no eran suficientes, los vecinos se unieron y organizaron acciones conjuntas para enfrentar la contaminación en la cuenca. A medida que el arroyo mostraba cambios en su color y calidad, la comunidad comenzó a sentir la urgencia de actuar, especialmente con la crecida anual prevista para septiembre-octubre.
El grupo ha presentado denuncias en organismos como ACUMAR y Autoridad del Agua (ADA), y también en la municipalidad de Cañuelas. La iniciativa incluye una carpeta con denuncias acumuladas a lo largo de los años. La difusión en redes sociales, la recolección de firmas y la interacción con los medios locales han sido pilares fundamentales de su campaña de concientización.
Los reclamos son claros: un arroyo limpio y medidas provisionales para evitar que los vuelcos contaminantes de ABSA continúen afectando el entorno.
Malena denuncia que ACUMAR ha reconocido la situación, culpando a diversos factores industriales y a la rotura del caño de ABSA, pero las respuestas hasta el momento han sido insatisfactorias para los vecinos, que exigen acciones concretas para resolver la problemática.
“La respuesta por su parte a nuestras denuncias fue que están al tanto de la situación, que se origina por varios frentes (industriales y por la rotura del caño de ABSA). Sobre la primera causa no mencionan ninguna acción para generar un cambio, y sobre la segunda, reconocen que no va a estar resuelta hasta que la empresa licite la obra de reparación y se ejecute. Tampoco proponen un plan paliativo a esta situación transitoria. O sea que abiertamente nos condenan a largos meses de convivencia con este desastre ecológico”, expresa Malena.
La comunidad se mantiene firme en su determinación de limpiar el arroyo Cebey y garantizar un ambiente sano. Las palabras de Malena y el grupo de vecinos resuenan como un llamado a la acción y a la responsabilidad de las autoridades en la preservación del ambiente.
“Abiertamente nos condenan a largos meses de convivencia con este desastre ecológico.”
Guido, residente cercano al arroyo, también describe la dramática situación de contaminación en la cuenca y su impacto en la vida diaria de los vecinos. Vive a menos de 200 metros del arroyo y menciona que el lugar solía ser un espacio de visita y paseo, pero ahora es inaccesible debido a la contaminación.
“Olor durante la noche, que incluso se siente a kilómetros, y no nos deja ni dormir. Color blanco profundo, casi pintura. La contaminación es menor desde hace muchos años, pero desde los últimos dos años es permanente”, explica.
Guido es uno de los vecinos se autoconvocaron para enfrentar la crisis luego de que la planta depuradora comenzara a verter efluentes cloacales crudos, alcanzando un nivel crítico, y destaca que los reclamos están centrados en la recuperación y cuidado del cauce del arroyo. Hasta ahora, las respuestas han sido limitadas a multas y requisitos para las industrias contaminantes.
“La semana pasada se elevó una carpeta, tanto a ACUMAR como al municipio de Cañuelas, pidiendo una reunión, y todavía no hay una respuesta concreta”, agrega.
Guido menciona que al ser una zona periurbana, no hay sistema de agua de red y la mayoría de las personas dependen de perforaciones particulares. La situación ha llevado a que muchos tengan que comprar bienes para el consumo, generando una desigualdad económica y vulnerabilidad, especialmente entre los más humildes.
Por último, enfatiza la necesidad de una respuesta efectiva de las autoridades para abordar la situación de contaminación y restaurar la calidad de vida en la zona.
María, residente del Barrio Santa Rosa en Cañuelas, vive a 150 metros de la ribera. Desde su llegada al barrio en 2015, ha notado un deterioro constante en el agua del río. Inicialmente, el agua estaba ocasionalmente turbia con un olor ácido debido a vuelcos clandestinos, pero aún había vida acuática. Sin embargo, en 2023, el agua está completamente contaminada, de color blanco o verde opaco, con un olor nauseabundo y fuerte. La basura también ha aumentado.
María también destaca la falta de respuesta ante los reclamos por parte de las autoridades, y menciona que están preocupados por las inminentes inundaciones, ya que las obras de saneamiento no se han llevado a cabo adecuadamente.
“La preocupación de muchos vecinos y vecinas nos llevó a juntarnos, organizarnos y crear una junta vecinal para canalizar de manera conjunta los reclamos y pedir una respuesta. Agosto y septiembre son los meses en los que suele haber inundaciones. Como venimos afectados por la sequía no se atendió el tema, con las obras, tareas de saneamiento y limpieza que el tema implica. No queremos ni imaginar ese agua dentro de nuestras casas”, expresó.
Respecto al agua de su hogar, María tiene agua de pozo y recuerda que un estudio en 2014 arrojó niveles elevados de arsénico. Aunque realizaron un relevamiento de pozos en 2016 y entregaron la información al municipio, nunca hubo análisis ni respuestas.
“Los vecinos y vecinas nos ocupamos de realizar un relevamiento de todos los pozos de agua del barrio. Hicimos una especie de censo, casa por casa, relevando la profundidad del pozo, la antigüedad y si estaba encamisado o no. Se eligieron algunos pozos y se entregó la información al área de ambiente del municipio en agosto de 2016, quienes se habían comprometido a realizar estudio del agua. Nunca tomaron las muestras para analizar, ni tuvimos respuestas”, explica.
Además, destaca que la contaminación de las napas de agua no solo proviene de los desechos en el río, sino también de las migraciones en zonas pobladas. En el inicio del año, un campo frente a una escuela fue fumigado dos veces, causando problemas respiratorios y gástricos en docentes y estudiantes.
“Agosto y septiembre son los meses en los que suele haber inundaciones. Como venimos afectados por la sequía no se atendió el tema, con las obras, tareas de saneamiento y limpieza que el tema implica. No queremos ni imaginar ese agua dentro de nuestras casas”.
María Soledad, residente de Santa Rosa, Cañuelas, a 200 metros del río Matanza, señala un agravamiento notable de la contaminación en los últimos años. Durante su residencia de 8 años, ha observado un declive en la salud del río, pasando de una corriente con vida a una afectada por la contaminación y muerte.
Desde julio los vecinos han iniciado esta lucha, han recopilado denuncias anteriores, realizado reclamos individuales a ACUMAR con un texto unificado y buscado visibilidad mediante acciones como reuniones y manifestaciones en la plaza de Santa Rosa. Han presentado una carpeta con notas a ACUMAR, la municipalidad y ADA. La lucha y organización de los vecinos persisten para frenar esta crisis ambiental.
En su esfuerzo por detener la contaminación, han creado una página en Instagram llamada «Vecinos Unidos por la Contaminación» y una petición a través de este formulario para sumar a más personas al reclamo.
UN JARDÍN FUMIGADO
La misma comunidad denuncia la fumigación cercana a un jardín de infantes, que genera preocupación en Marcos Paz.
El jardín de infantes N°908 de Marcos Paz alertó por fumigaciones que generan inquietud entre la comunidad educativa. Las clases comenzaron el 1 de marzo, pero una maestra revela que días antes se había fumigado un campo frente a la escuela. La directora denunció la situación ante la secretaría de ambiente local.
Familias de la zona se unieron para investigar y expusieron que la ordenanza municipal prohíbe fumigaciones a menos de 1000 metros de viviendas y establecimientos. Además, el productor debe informar sobre los productos a aplicar, lo que no se hizo en este caso. Tras la segunda fumigación, el 11/4, vecinos presentes denunciaron al productor, quien se mostró hostil y se negó a dar información.
La fumigación provocó síntomas respiratorios en algunos niños de la Escuela Primaria N°10, cercana al lugar. El gremio docente también intervino en este caso, aumentando la atención sobre la situación. El productor, arrendatario del campo, enfrentó una multa y se espera observar medidas preventivas durante la próxima temporada de siembra.
Además, se planea analizar el agua del jardín para verificar su seguridad, dada la proximidad a otros campos cultivados. La comunidad permanece alerta ante futuras fumigaciones y sus potenciales consecuencias para la salud.

