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El Simposio: Ciertas Petunias celebran 20 años de humor, música y complicidad

Este 2025, Ciertas Petunias celebran 20 años de trayectoria con «El Simposio«. Nada se pierde, todo se transforma, un espectáculo que revisa sus momentos más emblemáticos y los reinventa en clave de humor y música en vivo. Cuatro voces, instrumentos y canciones que recorren estilos que van desde la chacarera hasta un aria clásica, pasando por hits del axé brasilero, clásicos de cumbia y varias composiciones propias, se entrelazan con textos y escenas que transitan lo absurdo dentro de un contexto académico formal. La obra propone una mirada lúdica y lúcida sobre la creación artística en colectivo, sobre la posibilidad de transformar cualquier entorno y sobre cómo la amistad y la complicidad entre artistas pueden generar momentos de risa, emoción y disfrute compartido.

Se presenta los domingos a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación y quedan 5 únicas funciones los domingos de noviembre. Desde Minúscula hablamos con Camila Campodónico, una de las integrantes fundadoras, para conocer más sobre estos veinte años de trabajo artístico, el proceso creativo detrás del espectáculo y la magia de reinventar canciones y escenas que ya forman parte de la historia de Ciertas Petunias.


—Me gustaría que me cuentes cómo fueron estos 20 años y qué sentís que permaneció y qué fue mutando a lo largo del tiempo.

—Fueron 20 años de muchos cambios. Arrancamos todas con 20 años, sin tener hijos; algunas ni convivíamos en pareja, nada. Y todo eso fue sucediendo en paralelo al proyecto. Creo que crecimos en todos los niveles.

Cuando empezamos tocábamos menos instrumentos, no nos animábamos tanto. Con los años, a medida que fuimos estudiando, pasó lo mismo con los recursos teatrales: fuimos entrenando y animándonos cada vez un poquito más.

Y algo que para mí fue fundamental es que fuimos avanzando hacia la composición de canciones propias. El primer espectáculo tenía una sola canción nuestra, y el quince — que fue el anterior a este — tenía casi todas. El Simposio tiene algunas canciones de otros espectáculos, hay de todo. En estos últimos años hemos compuesto muchas canciones.


—Hay algo que viene de la mano desde el título del Simposio: ‘nada se pierde, todo se transforma’. ¿Cómo fue el proceso de crear este nuevo espectáculo y por qué celebrar los 20 años?

—Nos parecía importante que para los 20 años pasara algo especial, que hubiera un estreno, una celebración. Entonces empezamos a revisar todas las escenas y canciones que, a lo largo de estos años trabajando juntas, habían sido más celebradas por el público o más disfrutadas por nosotras.

Suele pasarnos que no tenemos más de un espectáculo en cartel al mismo tiempo, por cuestiones de tiempo y organización. Así que había obras y canciones que no hacíamos hacía muchísimo. Empezamos a compilar todo eso y nos dimos cuenta de que era un montón; algunas quedaron afuera porque el show no podía durar tanto.

Y, bueno, en línea con eso de “nada se pierde, todo se transforma”, volvimos a tomar canciones y escenas que hicimos hace muchos años y las reformulamos para que encajaran en el contexto de El Simposio, esta idea de un encuentro académico con distintas ponencias. Reciclamos un poco el material, pero en esencia son las mismas canciones, muchos de los mismos textos y escenas.

En escena. Ciertas Petunias Fotografía cortesía Varas Otero

—¿Cómo nació la idea de «El Simposio», de mezclar esta parte solemne con la mezcla de humor y lucidez que caracteriza a «Ciertas Petunias»?

—En la primera pregunta me habías preguntado qué cambió y qué permaneció. Yo te respondí más sobre los cambios, pero ahora pienso que lo que permaneció es justamente esto: jugar con un contexto, elegir una línea y, dentro de eso, dejar que aparezca nuestro costado humorístico, la ruptura, el humor. Eso está desde el primer espectáculo. Uno de ellos, Flor de viaje, transcurría en la sala de espera de un aeropuerto, y ahí también pasaban muchas cosas.

En este caso el material era bastante diverso, porque incluía canciones de distintos espectáculos mezcladas. Nos pareció una linda línea argumental pensar que en un simposio podíamos presentar diferentes temáticas dentro de un contexto académico, e ir incorporando todas las canciones que teníamos ganas de compartir. Siempre, cuando algo se corre un poco de lo esperado, aparece el humor. Por ejemplo, una de nuestras primeras canciones es el compilado punk: temas punk cantados como arias de ópera. Romper con un estilo tan marcado genera risa.

Y con el ámbito académico sentimos que iba a pasar lo mismo: buscar encajar en un entorno formal y, bueno, ser un poco ridículas como siempre.


—¿Cómo llega la idea de decir “quiero que hablemos de este tema”? ¿Cómo surgen esas combinaciones, como en el caso de las canciones punk cantadas como arias de ópera?

—En cada espectáculo o en cada canción fue apareciendo de manera diferente. Creo que empezó a tomar más fuerza cuando comenzamos a componer más. Por ejemplo, el quince —nuestra “fiesta de 15”— coincidió justo con la pandemia, así que tuvimos que estrenarlo dos años después. La idea era pensar qué momentos tienen las fiestas de 15, y también nos interesaba hablar, “más en serio”, de ciertos mandatos sociales, sobre todo los que recaen sobre las mujeres, y de muchas situaciones que tienen que ver con ser mujer. Entonces elegimos temas sobre los que queríamos hablar y, a partir de ahí, jugar.

Con el paso de los años van surgiendo muchas ideas, y todo pasa por un filtro: lo que llega a escena es solo la punta del iceberg. No sabés todo lo que descartamos antes de que algo quede. Si no, los espectáculos durarían cinco horas. Por suerte, hay miradas externas que nos ayudan a decir “hasta acá, chicas”, y eso también es parte del proceso.

En definitiva, se trata de elegir de qué queremos hablar y, con los años, fuimos aprendiendo qué es lo más efectivo. A veces pasa eso de que “menos es más”: en el afán de hacer o porque nos gusta lo que hacemos, tendemos a sumar, y descubrimos que con menos —menos texto, menos movimiento, menos escenografía— se puede contar lo mismo, pero con más fuerza.

En El Simposio la puesta en escena la trabajamos junto con Myrna Cabrera y Juan Facundo Lafuente, que aportaron muchas miradas desde afuera, y eso lo enriqueció un montón.


—¿Cuál es el momento que más te divierte de «El Simposio«?

—A mí me divierte la obra en general. Me gustan mucho los momentos en los que algunas de mis compañeras están haciendo algo que a mí me parece muy divertido y yo puedo estar más relajada. Cuando me toca llevar adelante la acción o la escena, estoy más concentrada en eso, pero me gusta mucho observar, por ejemplo, el diálogo que hay entre Magdalena y Natalia, cuando Magdalena lee antes de «fuego de noche«, que lee una ponencia seria y Natalia es como que no llevó su papel y va improvisando en el momento, – que no está improvisando claramente -, pero es una escena que siempre me causó mucha gracia y como aparte estoy atrás de escena porque yo salgo para afinar la guitarra, me quedo atrás en bambalinas y las escucho y me río cada vez que pasa esa parte. Me divierte un montón.


—Hay un momento de interacción con el público. ¿Cómo viven ese salto sin red?

Esa escena de mentalismo ahora la hacemos Magdalena y yo, y antes la hacía Lucía, que estuvo 15 años y se fue hace dos. Ella tenía mucha cancha teatral y mucho de improvisación, y estaba como pez en el agua. Cuando me tocó reemplazarla a mí, primero me dio vértigo y ahora le agarré una onda que lo disfruto un montón porque en el momento en que te das cuenta que no puede fallar, aún fallando ahí está la gracia también y ahí lo empecé a disfrutar.

Respecto al público, nos gusta preguntar, pero nunca fue la participación del público como incomodar a nadie. La idea es que nadie se incomode. Preguntamos nombre, barrio y fecha de nacimiento. A mí me da vértigo, sobre todo con el barrio, porque han salido cosas difíciles de adivinar.


—Hay algo que pasa en el show: se genera una cierta idea de banda en el escenario. De repente el público empieza a vibrar, canta, acompaña. Hay algo coral, pero también cada una brilla en su momento. ¿Cómo logran ese equilibrio?

—Siento que cuando éramos más chicas o recién empezamos, cada una tenía como su zona de confort. Yo vengo más del canto coral, y la parte teatral me daba vértigo. Había otras compañeras que cubrían eso.

En la medida que el proyecto fue creciendo, fue pidiendo entrenar otras áreas, animarse. También confiando en las personas que están mirando afuera: “dale, dale, metele que está bueno”. Nos vamos animando cada vez más. Lo mismo con los instrumentos.

Yo siento también, como vos decís, que cada una tiene su momento de brillar, pero nada sería lo mismo sin estar las cuatro juntas. Lo colectivo potencia un montón.

En escena. Ciertas Petunias Fotografía cortesía Varas Otero

—Si tuvieras que resumir estos años de Ciertas Petunias en una imagen, sensación o anécdota, ¿qué dirías?

—Yo diría que somos una familia. Una familia numerosa y de vínculo efectivo a largo plazo. A veces nos reímos y decimos que somos como una pareja de muchos años: te conocés, confías y querés un montón, y a la vez se generan los vicios de la convivencia.

Nos supimos resignificar durante todos estos años en cuanto a temáticas, músicas y vínculos. Somos muy felices de trabajar juntas.

Sería una foto de familia. El año pasado hicimos una comida para celebrar con todas las Petunias de ayer y de hoy, siete en total, y nos acordamos de anécdotas y cosas graciosas. Es un grupo de amigas que se divierten subiendo al escenario.


—¿Qué les decimos a quienes todavía no vieron el Simposio?

—Que no se lo pueden perder. La sala del CCC es hermosa, tiene un sonido espectacular y luces divinas, y para este espectáculo es muy importante porque hay mucha música en vivo. Estamos todos los domingos a las 19, quedan cinco funciones en noviembre. Que se vengan, que está buenísimo, terminan la semana con una sonrisa.


Esta entrevista se publicó por primera vez el 26 de octubre de 2025 en Revista El Walkman. Desde Minúscula apoyamos el periodismo independiente y autogestivo y te invitamos leer la edición original de la nota haciendo click acá.

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