Desde mediados de noviembre puede verse en Flow «Un León en el bosque». La serie dirigida por Mariano Hueter y Pedro Levati cuenta – a lo largo de 8 episodios – la historia de León, un niño diagnosticado con TEA que vive junto a su familia en una ciudad costera de Buenos Aires.
Lejos de romantizar el autismo, la serie desarrollada por Flow, Kuarzo e Idealismo Contenidos, hace foco en el día a día familiar y en el aprendizaje cotidiano de cada uno de los personajes. Así podemos ver como León – Lucio Elie – desarrolla sus habilidades para comunicarse con sus padres – Federico D’elia y Julieta Cardinali – y su hermano mayor – Julián Cerati -.
«Cada día un desafío, un objetivo y muchas veces una frustración. No solo con León, también entre nosotros mismos». La voz en off de Macarena, la madre León, marca el tono de los hechos que se narran: aprendizajes diarios para una familia en su mayoría neurotípica que tiene muy en claro que León vive en este mundo y no en uno de su propia invención.
Para conocer más acerca de esta serie, charlamos con Pedro Levati director e integrante del equipo de guionistas responsables de «Un León en el bosque».
Sobre su llegada a la serie, Levati contó: «Mariano me convocó para trabajar como director y formar parte del equipo de guionistas junto a él y Rodo Servino». Bajo esta misma dinámica de trabajo el realizador se desempeñó en ficciones como «El sabor del silencio» y «El buen retiro» – que también pueden verse en Flow -.
Respecto al trabajo con los guiones explicó: «Fue muy lindo porque fue introducirse en un mundo nuevo para mí pero este tipo de trabajos que requieren un poco de investigación me apasionan». Además resaltó lo fundamental de la existencia de reuniones con profesionales que trabajan diariamente con temas de neuro diversidad.
«Hubo mucho diálogo entre el equipo de guionistas. Fuimos armando escaletas buscandole la vuelta a los capítulos, incluso al principio habíamos pensado en otro final. Eso es parte del proceso creativo y también es muy lindo de transitar»,
Pedro Levati.

– ¿Cómo viviste la experiencia de la dirección de la historia?
– El proceso de dirección fue muy especial porque ahí es donde se puso en juego cómo contar la historia, que si bien es fuerte, dura, se buscó cómo mostrar la parte más humana, sensible y a la vez más luminosa de la serie. Entonces desde la realización busqué junto con Mariano Hueter, que codirigió algunos capítulos también, darle cierta entidad de personaje al entorno tan bello que empezamos a plantear en conjunto con Nicolás Gorla, que es el director de fotografía, con la directora de arte Natalia Ruíz y con Cecilia Coronado, la vestuarista, de cómo mostrar algo duro; cómo mostrar situaciones intensas a nivel emocional pero que a la vez sea muy bello a nivel visual. Buscamos mucho ese contraste.
El entorno como personaje también nos ayudó. Filmar en Pinamar fue una experiencia increíble. Mostrar los bosques, las playa, a los personajes pequeños inmersos en ese lugar tan maravilloso transitando situaciones emocionalmente complejas. Buscamos mucho la luz del sol en los personajes. La estética y la elección de los lentes también fueron fundamentales para que visualmente sea atractivo, bello y estético; y que contraste con la intensidad y la profundidad de la trama del drama.
– Uno de los aspectos más fuertes de «Un León en el bosque» es el uso de las voces en off para marcar los tiempos narrativos. ¿Cómo se eligió esta herramienta para contar la historia?
– A mí me llegó el primer guión bastante cerrado, ya tenía una voz en off del personaje del padre, interpretado por Fede D’ Elia. Como es una serie muy reflexiva, empezamos a pensar en junto a los guionistas en que ese recurso que nos ayudaba a potenciar la búsqueda de lo que queremos contar en la subtrama, el «¿de qué estamos hablando?» de la historia. A partir de ahí surgieron temáticas interesantes, muy humanas, complejas y bastante profundas. También surgió la idea de que sea un personaje distinto en cada capítulo el que va narrando como para ir viendo las distintas perspectivas de una misma temática tan compleja.
Sobre las distintas perspectivas de los personajes Levati detalló: «No es la misma la visión desde el punto de vista de la madre, incluso el padre. Cada uno había tomado, en el momento en el cual nosotros los conocemos, distintas decisiones en su vida».
Respecto a las miradas de los diferentes personajes en la historia el director profundizó acerca de dos personajes puntuales, Julián y Leila: «A mí me encanta la visión del hermano – Julián Cerati -. Él se siente obligado a madurar de una manera precipitosa y hacerse cargo de un montón de cosas que tal vez un chico de 17 o 18 años no suele hacerse cargo. Vemos cómo ese personaje va buscando su voz, su lugar en el mundo e incluso y ser protagonista de su propia vida».
Y continúa: «Por otro lado, el personaje de Leila – Carolina Kopelioff – más outsider, bien de la costa, con esas problemáticas que a veces surgen en adolescentes que viven en este tipo de lugares, y de repente, la hostilidad del clima, la soledad, entonces cómo ese personaje desde afuera ve a esta familia, nos pareció interesante plasmarlo en una voz en off«.

– ¿Cuál fue el mayor desafio desde lo técnico que el rodaje te presentó?
– Obviamente trabajar con niños siempre es un desafío. Por suerte encontramos a Lucio que fue impecable, con mucha predisposición, pero a la vez era un desafío grande desde la dirección de actores. Lucio es muy histriónico, lo cual nos venia muy bien para que interprete nuestras direcciones, pero a la vez había que bajarlo. Eso era un desafío. Interpretar un niño autista para alguien que está dando sus primeros pasos en la actuación y fue un mega desafío.
Después, desde una escena puntual, la caída desde el muelle del personaje de Leila fue un desafío gigante. Trabajamos muy a la par con Natalia (Ruíz) hicimos una réplica del muelle y la elevamos para que se vea el mar de fondo pero que Caro Kopelioff pueda tirarse a un colchón. Es decir, yo quería que el espectador vea que ella realmente se está tirando.
A nivel técnico esa fue una escena bastante compleja pero a la vez estábamos tan sincronizados con el equipo y muy focalizados en lo que queríamos hacer.

Preguntarle a un director cuál es su capitulo preferido dentro de la serie puede significar ponerlo en una situación difícil, pero Pedro sale airoso explicando que aunque ve la serie como un todo y no puede elegir un capítulo solo, si tuviera que hacerlo hablaría del séptimo: «Estuve bastante involucrado en el guión de ese capítulo y me gustó mucho el laburo que hicimos con Julieta Cardinali. Hay momentos muy emotivos en ese punto de la historia», explica.
Buscando hacer zoom en la visión del director, la pregunta que sigue tiene que ver con escenas puntuales. En este caso eligió dos: «Hay una escena en donde Julián Cerati y Caro Kopellioff están hablando en la playa y lo pude filmar con un dron. Como realizador me gusta mucho como quedó porque se ven las olas que vienen y van. También hay algunas escenas, ya sobre el final de la historia, donde están Julián y Lucio que las pude grabar desde un muelle entonces se ve un horizonte y la playa en perspectiva. Esas cosas, visualmente, me gustan mucho como quedaron».

– ¿Cómo estás viviendo la recepción del público?
– La recepción del público es muy positiva. Vengo de hacer series de otros géneros y me encuentro con gente que me dice: «Esta me re gustó, me re llegó». Me gusta lo que está pasando con la serie. Tiene repercusiones pero no por la cantidad de espectadores, que igual le esta yendo muy bien, sino por instalar esta temática.
Hay gente que se me acerca y me dice: «Qué bueno que hablen de este tema». Me pasó muy puntualmente de padres que tienen hijos dentro del espectro autista que se me han acercado y me han dicho: «Qué bien abordado el tema, se nota que hubo investigación». Esa recepción es la que más me llevo. Hicimos una historia que está tratada con seriedad. Sin ponernos solemnes, tratamos de contar una historia muy realista y creo que ese resultado esta muy logrado.
– Por último, me gustaría que me cuentes un recuerdo que sepas que vas a guardar siempre con vos de este proyecto.
– Hicimos un buen laburo, serio, realista, muy humano, con personajes con contradicciones, dudas, cosas positivas y negativas. Con humanidad. Eso es lo que más me llevo. Me gusta la experiencia de haber participado en este proceso más allá de cuestiones técnicas, como haber filmado en la playa, eso no me lo voy a olvidar nunca. Supongo que no será la última vez, pero sí fue la primera como director. Entonces, me llevo mucho aprendizaje técnico por un lado y me llevo mucha gente, muchos vínculos, y un resultado que a mí sinceramente me gusta, desde la humanidad que transmite.
Esta entrevista se publicó por primera vez el 10 de diciembre de 2024 en Revista El Walkman. Desde Minúscula apoyamos el periodismo independiente y autogestivo y te invitamos leer la edición original de la nota haciendo click acá.
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