Es verdad que la zanahoria perfecta e inalcanzable te hizo correr infinitas veces pero la buena y mala noticia a la vez, es que sabés que nunca existió. La zanahoria no existe. No hay motivos para correr.
Ya entendiste que hay partidos que no ameritan calzarse la 10. Que los que te quieren no necesitan tantas explicaciones. Que decir que no, no va a hacer que nadie deje de quererte.
Vas a tener que nacerte una y mil veces, y no sé decirte si ese ciclo algún día termina. Pero qué bien se siente largar el remo un poco. Qué agotador es poder con todo. Qué alivio sanador es pedir ayuda.
El más hermoso silencio nace cuando estás frente al espejo y no tenés nada que reclamar, nada que pelear y nada que reprocharte. Ninguna factura para pasar ni para pasarte. Tus sombras van al fondo de la mochila pero no por evasión, si no porque aprendiste a acomodarlas en un lugar donde duelen menos. Hablar siempre se siente mejor que no decir nada. Cuidar tu energía parece ser el mejor plan. No hacer nada que no tengas ganas de hacer. Vivir buscando, cumpliendo y dando examen nunca le dio satisfacción a nadie. Las pequeñas fortunas parecen nunca alcanzar porque es difícil sentirse merecedor de la alegría y de la dicha de estar contento.
Es momento de clavar el ancla y aprender a convivir con la tranquilidad y construir desde la ausencia del caos. Que aunque no sea exactamente igual a ser feliz, se le parece bastante.
Minúscula 