Me siento sola cuando no puedo ser yo. Cuando me siento presionada a socializar y no tengo ganas. Cuando me obligo a callarme algo que tengo ganas de decir para evitar un mal mayor. Cuando alguien que amo me decepciona (porque, digamos todo, qué baja es mi tolerancia a la frustración!).
Me siento sola cuando estoy triste y para engañarme me exijo ser más productiva.
Me siento sola cuando me siento lejos estando cerca.
Me siento sola cuando siento que todo se hace cuesta arriba y pareciera que remo más que los demás. Me siento sola cuando yo misma me encierro para no pedir ayuda. Me siento sola cuando disfrazo mi tristeza de enojo para que duela menos. Me siento sola cuando espero que el otro se anticipe a mis necesidades. Me siento sola cuando no hay diálogo que nos acerque. Me siento sola cuando me creo la mentira de que total puedo sola. Claro que puedo sola. Pero no quiero. Quiero poder descansar en un otro.
Me siento acompañada cuando no tengo que explicarme, cuando no tengo que justificar cómo y por qué hago las cosas que hago. Me siento acompañada cuando soy más empática y buena conmigo misma. Cuando no espero en el afuera lo que me tengo que dar a mi misma. Cuando no me pongo la 10 para todos los partidos.
Minúscula 