“Cuando uno tiene que estar irremediablemente quieto es increíble la movilidad mental que puede llegar a adquirirse”, encontré la frase en “Primavera con esquina rota”, allá en la adolescencia y ahí empecé a entender que para salir de ciertos encierros no se necesitan puertas.
Siempre admiré la increíble capacidad de reinvención que existe en esta región al sur del sur, esa de la que todos tenemos un poco, solo hay que saberla encontrar.
Esa capacidad de reinventarse y la tenacidad para no parar de generar, caracterizan a Edu Schmidt, el artista que se identifica con el pájaro pez y hace todo al revés, que esta misma noche presentará “Coso”, su disco más reciente, en Strummer Bar.
Previo al show y a su gira en Europa, Edu Schmidt habló con Minúscula en una entrevista exclusiva.

– ¿Cómo estás viviendo este presente con «Coso«?
– Estoy muy contento con el presente de este disco, porque de alguna manera recién este año volví a salir a la ruta y a encontrarme con la gente. Entre la cuarentena y el año siguiente estuve con pocas ganas de salir. El disco sirvió para eso, para ir mucho al interior y para una gira europea que estoy planeando desde principio de año; que voy a emprender en unos días. Este disco es la excusa para salir de nuevo.
Siento que en todas las ciudades hay un reconocimiento a los treinta años que llevo tocando. En todos los lugares hay gente que era chiquita cuando yo tocaba en Árbol y ahora tienen treinta ‘pirulos’ y tienen ganas de verme y escuchar esas canciones en vivo. Estoy muy contento con eso.
– Metiéndonos en las canciones de “Coso”, hay una frase en «Pasto de ayer » donde decís: “Cómo me gustaría poder rebobinar el tiempo como un casette con una birome para quedarme a vivir ahí donde fui feliz». Si pudieras elegir, ¿en qué momento vivirías, o quizás volverías a visitar?
– Esa frase la digo porque, en realidad, de lo que habla la canción es de la nostalgia y de cómo uno recuerda esos momentos felices. Eso de volver el tiempo atrás y bailar el valsecito como en la Isla de Morel es un homenaje al libro de Bioy Casares que habla también de eso: de la nostalgia por el lugar en el que uno fue feliz.
Yo no creo que se pueda volver porque uno cuando vuelve ya no es el mismo, y el lugar tampoco. Dicen que es imposible volver al lugar en el que uno fue feliz porque el que vuelve nunca es el mismo.

– ¿Cómo nació “Pasto de ayer”?
– En cuarentena. Yo tuve ganas de juntarme con amigos músicos a los que admiro mucho; de juntarme por admiración y por afecto, no para conseguir más likes como estaba de moda.
Me junté con Hugo Figueras, que fue compañero mío en la facultad. Hoy es muy conocido dentro de lo que es la música infantil, y como arreglador orquestal. Es de La Pampa y vive en La Plata, hace una música súper compleja.
Él es alguien a quien yo quiero y admiro. Quería hacer con él una canción distinta a las mías y a las suyas, por eso salió un valsecito, una canción de amor muy nostálgica donde un poco hablamos de eso; de los recuerdos de cuando éramos pibitos y los primeros amores. Estoy muy contento con cómo quedó.
– Una vez me hablaste de lo que significa para vos ser músico independiente en nuestro país. Escucho «Que pase la ola» y no puedo evitar relacionar esa toma de posición frente a la vida y al oficio con el verso: «Me voy a reir de lo que me hacía llorar voy a bailar entre las bombas y a reír hasta explotar». ¿Hay algo de eso en el origen del tema?
– “Que pase la ola” es como una foto de muchas cosas, vos lo relacionás con algunas cosas que yo dije con respecto a la autogestión y lo difícil que es y puede relacionarse, sí. Pase lo que pase, ir con una sonrisa y para adelante.
Obviamente no siempre es así pero sí es el mensaje de la canción: “El mundo está cada vez más loco, vamos a agachar la cabeza un rato mientras pasa el quilombo y cuando pase salimos con todo. Y sino, vamos a hacer quilombo nosotros en el medio de todo. Entre las bombas vamos a bailar”.
Lamentablemente, en estos momentos hay muchas guerras en el mundo y la canción se resignifica. Realmente estamos todos viviendo en una especie de guerra, a veces cultural, a veces económica, a veces una guerra y punto.
La canción encierra un mensaje positivo dentro de una mirada de cómo son las cosas, sin dejar de mirar las cosas de frente.
– Seis canciones forman «Coso«. ¿En qué momento escribiste estos temas? ¿Cómo viviste el proceso de grabación de este nuevo material?
– El proceso de grabación fue interesante porque fue gestado en cuarentena. Yo el primer año de la cuarentena no podía tocar la guitarra porque me bajoneaba, porque me acordaba que no podía salir a tocar, que es lo que más me gusta y fue una especie de remedio para eso. “Remedio para melancólicos”, diría el libro de Ray Bradbury.
Fue un proceso lindo, no me sentí forzado, era porque tenía ganas y pasó a principio de 2023 que decidí dejar de trabajar de gastronómico, que fue la actividad que desarrollé mientras no podía trabajar de músico. Decidí terminar con “Shleper” y dedicarme a grabar el disco. Para mí fue muy importante poder decir “a partir de ahora vuelvo a ser músico y me pongo las pilas. No importa si gano plata o no, como sea voy a grabar este disco y sacarlo adelante”.
Me gusta que sea un disco corto, que se escuche en quince minutos y que cuando lo terminás lo volvés a escuchar tres o cuatro veces más. Estoy muy contento con el resultado. Creo que me lleva a un lugar distinto, sobre todo en las canciones más tranquilas, al que yo venía transitando, pero al mismo tiempo también está “Flota” que es como un reggaeton en los estribillos, creo que es bastante diferente a lo anterior y al mismo tiempo sigue siendo un disco mío.
– Para este disco tu comunidad en redes estuvo muy presente, en historias de Instagram te sugerían diferentes imágenes que podían encarnar el concepto «Coso”. ¿Cómo te sentís con este ida y vuelta que proponen las redes?
– Me gusta, me divierte, y cuando no tengo ganas la verdad que no lo hago. Un poco con la tapa hubo ese juego. Yo también tenía una tapa que es la que finalmente quedó que es medio controversial porque el disco se llama “Coso” y hay un queso; muchos fans me mandaron posibles tapas para el disco y al final dejé la que a mí me gustaba, pero el ida y vuelta fue divertido. A veces esas cosas sirven a uno para decir “sí, la idea que tenía realmente es la que más me gusta”.
Estoy muy contento con cómo quedó la tapa – que la hice yo en una aplicación -. De hecho ahora mucha gente la tiene en sus remeras, en calcos. También me gusta esa cosa que tuvo que ver con el desarrollo mío de ser autogestivo y arreglármelas con lo que tengo.

– Metiéndonos en el tu próximo show, ¿cómo te estás preparando? ¿Quiénes son los músicos que te van a acompañar?
Para este show en Strummer Bar vamos a tocar con Los Enroscaos, va a haber algunos invitados y sobre todo un momento de festejo por la presentación del disco y mi despedida antes de irme a Europa. Es bastante probable que sea el último show porque en diciembre voy a tratar de descansar, fueron muy atareados estos últimos meses.
– Este show será el último en Buenos Aires previo a tu gira Europea, ¿por qué lugares te va a llevar esta nueva aventura?
La gira son veinte shows en un mes, es un montón. Van a haber muchas ciudades, mucho avión, en algunas ciudades también voy a dar talleres de composición de canciones. Algunas de las ciudades donde voy a estar tocando son: Berlín, Londres, Dublin, Amsterdam, París, Niza, Mallorca, Málaga, Andorra, Marbella, Madrid y Copenhague.
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