Hace más de un siglo, el autor Frank Wedekind imaginó a Lulú, acaso su más célebre personaje: una mujer de impulsos viscerales, que domina y magnetiza a los hombres por su impulso sexual y los lleva a desenlaces aterradores.
“Lulú: una tragedia monstruo” es la reinterpretación del texto de Wedekind que realizaron Cintia Miraglia y Miguel Sorrentino. La obra protagonizada por Iride Mockert, con dirección de Cintia Miraglia, se estrenó el pasado 8 de julio y lleva un mes con funciones a sala llena en “El portón de Sánchez”.
Con guiños al universo del circo, el cabaret y el teatro musical, “Lulú: una tragedia monstruo” es un espectáculo con una extraña e inquietante mixtura entre la parodia y la tragedia que atrapa al espectador desde el instante cero y lo mantiene cautivo durante la hora y cuarto que dura el espectáculo.
Para conocer todos los detalles de esta obra, desde Minúscula charlamos con su protagonista, Iride Mockert.
Iride encarna a Lulú y se apodera de la escena desde el comienzo del show. Es ella quien, adoptando la personalidad de una domadora de circo entre latigazos y acrobacia, entre canción y gritos, guía al público para ingresar a esta tragedia monstruo nos que interpela acerca del rol de la mujer y su lucha por vivir sin ataduras en una sociedad donde cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.
“Cuando Cintia (Miraglia) me mandó el texto tuve un poco de contradicción. Sentía que el texto tenía que ser revisitado y aggiornado al presente”,
explica Mockert.
Su sentimiento de contradicción inicial desapareció cuando la directora le explicó por qué decidió traer este material al presente. «Cintia me contó la propuesta que ella tenía, que es lo que luego se ve en la obra, donde no sólo aparece el texto del autor sino también canciones que ella escribió para la obra”, explica la intérprete.
Esas canciones son, de alguna manera, la conciencia de Lulú. Una mirada a su universo interior. Es en ellas, en su intervención en donde aparece la relectura del texto original. Donde cobra sentido traer la obra al 2023.
«Me dio vértigo porque me parece un personaje muy icónico y a la vez un material antiguo que hay que ponerle actualidad», confiesa Iride acerca de esta puesta que se presenta los sábados a las 20 en El Portón de Sánchez.
– ¿Cómo fue la construcción de «Lulú«?
– Siento que lo fuimos descubriendo. En general, cuando leo un material tengo una intuición de por dónde ir y lo hago. Con Lulú me pasó en un momento de no saber lo que estaba haciendo y decir: “Bueno, vamos a confiar y jugar”, porque se trataba de ir descubriéndolo.
Además, hay algo con el personaje que uno dice “es una prostituta”. Yo ya hice un montón de prostitutas, pero Lulú no es cualquiera, ella es una manufactura en el universo burgués y machista, pero a la vez es corrosiva. Quiere vivir su sexualidad, no se conforma sólo con estar en una casa con un tipo que le pague y la tenga como una muñeca. Hay algo de ese cuerpo deseante y a la vez sensual a pesar suyo que hacía muy difícil encontrar “cuál es la línea”. Fue difícil y lo sigue siendo, porque desde el estreno se fue modificando muchísimo la obra.
– Hablemos del principio de la obra. Hay algo presente en todo ese monólogo/canción presentación que tiene mucha fuerza. Te apoderás del escenario desde el arranque de la obra y se percibe que el público entra en una suerte de estado de tensión/atención que se mantiene a lo largo de la historia.
– Para mí, el comienzo de la obra es muy fuerte. Muy contundente, avasallante. Ahí también aparece algo brechtcheano – que era la idea que Cintia tenía y también lo que más me atraía a mí de la propuesta porque soy fanática de Brecht -. Ahí ya aparece algo de lo lúdico, de derribar la cuarta pared, de hablarle al espectador.
El principio es con todo y creo que la gente entra enseguida porque es atrapante, es como entrar a un circo; ese comienzo de presentadora que un poco te presenta todo el circo del artificio.
– ¿Cómo fue el proceso de ensayos para lograr ese arranque tan fuerte?
– El proceso para ese arranque fue intenso. De hecho, hacíamos bromas de que parecía microteatro, porque casi dura quince minutos. Los comienzos de las obras siempre representan lo más difícil.
Además, es justamente una de las partes más difíciles de la obra porque tiene música en vivo. Después está todo lo físico y lúdico, eso se laburó hasta antes del estreno cuando se sumó Valeria Narvaez con las coreografías.
– ¿Cuál considerás que es el secreto que hace que el texto de la obra sea tan potente?
– Yo creo que la obra tiene mucha vigencia sobre todo por el tratamiento que hizo Cintia. Porque la intervino y decidió hacerla desde priorizando lo lúdico. Esas decisiones que no están en el texto, pero que hacen que se pueda leer hoy desde otro lugar y reirse como sucede en la función que la gente se ríe de las situaciones de estos hombres atrás de esta mujer pero que si uno se retrotrae hacia esa época no era gracioso. Eran burgueses que con su dinero compraban de alguna manera la libertad de una mujer y se la traían a su casa, la esposaban y eso les daba derecho para tenerla en su casa como si fuera un electrodoméstico.
El texto tiene una semilla muy potente pero sobre todo creo que la relectura que hace Cintia es lo que lo vuelve tan poderoso hoy en día. Esta forma de revisitar el material es el hallazgo.
El elenco de la obra se completa con Horacio Marassi, Héctor Bordoni, Carlos Ledrag y Miguel Sorrentino. Sobre la relación con sus compañeros, la actriz es contundente: «Nuestra relación es espectacular. Es una obra hiper coral a pesar de que se llama ‘Lulú’ y que yo estoy casi todo el tiempo en escena.»
«Estamos ahí como si fuera en un arenero jugando y dándolo todo. Potenciándonos entre nosotros. Es una propuesta casi como la comedia musical: tiene mucha coreografía, mucha marca asociada a un sonido que se está tocando en vivo por alguno de mis compañeros. Siento que el grupo que se armó es lo más y estamos todos gozando y sufriendo porque a veces cuando no sucede algo o no funciona algo técnico también lo sufrimos entre todes”, detalla la intérprete.
– ¿Cómo vivís la respuesta del público post función?
– La respuesta del público es buenísima. En general, todo el mundo agradece el tipo de teatralidad que propone el material porque es una teatralidad jugada, donde se ven actores jugando al máximo con la voz, con el cuerpo, con la expresión.
Creo que la obra combina el humor, lo lúdico, el juego y el dolor de la verdad y la actualidad. Uno lo puede traducir perfectamente en problemas que atravesamos hoy como sociedad no sólo con las mujeres prostituídas, sino como el cuerpo deseante, las mujeres prejuzgadas o acalladas con su deseo sexual.
– Por último me gustaría que me cuentes alguna anécdota de función o de ensayo, algún recuerdo que te vas a guardar siempre de esta experiencia que es «Lulú«.
– La primera que tengo es que me quebré. Se me enganchó el taco en la plataforma de circo la primera vez que la probé y de la emoción, haciendo pasada de lo que teníamos en una canción, bajo y se me engancha el taco. Me quebré el pie y por eso tuvimos que demorar el estreno.
La obra es una montaña rusa y desde que estrenamos pasan millones de cosas técnicas. Estrenamos y uno de mis compañeros, en la emoción de los nervios me agarró con fuerza la pollera y se quedó con la pollera en sus manos y terminé haciendo todo el final de la obra en bombacha. Son cosas de las cuales nos reímos y creo que también hay red para que pasen un montón de cosas y nos apoyemos en el resto. Pase lo que pase vamos en equipo para adelante porque el show debe continuar.
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