entrevista teatro

«Así de Simple»: un tríptico teatral para repensar la vida en pareja

«Así de Simple» es la historia de una separación. La historia de Clara y Joaquín. De cómo se conocieron, se gustaron, sedujeron, enamoraron, empezaron a convivir y de cómo aparecieron los conflictos.

Clara y Joaquín son dos. Pero son también todas las voces que los habitan. Dos personajes, tres actrices y tres actores, coexistiendo en escena. Todos a la vez son Joaquín. Todas a la vez Clara. Pensamientos ramificados, voces contradictorias que hablan todas juntas. La relación como campo de batalla, el pasaje del llanto a la risa en una sola palabra, y los sentimientos en medio. El amor que sí, es importante, pero no alcanza solo quererse para mantener vivo lo que hasta ayer parecía ideal.

La obra escrita por Ignacio Bresso y Sofia González Gil celebra su décima temporada en el Teatro Picadero bajo la dirección de González Gil, con las actuaciones de: Ignacio Bresso, María Canale, Andrés Passeri, Lucía Baya Casal, Francisco González Gil y Cecilia Marani.

La obra se presenta los domingos a las 20:30 en el Teatro Picadero.  

A tres funciones de la despedida, desde Minúscula, charlamos con Maria Canale para conocer más acerca de esta obra, que de simple sólo tiene el título. 


María es una de las Claras de esta historia pero, antes de ponerse en la piel del personaje, fue público de la obra. «La vi antes de leer el texto. Tuve la experiencia de ser espectadora y presenciar la obra por primera vez y me encantó», cuenta la actriz convocada por Sofía González Gil en 2019 cuando Julieta Gonçalvez decía adiós a la obra.

Después de ver la función, la respuesta de la intérprete fue contundente: «Le dije a Sofi que tenía ganas de hacerlo, que sí, que vayamos» y así apareció una nueva Clara.

Sobre su encuentro con el texto, María explica: «Todo el proceso de encontrarme con el texto y estudiarlo estuvo buenísimo. Tiene su complejidad, pero también es divertido estudiarlo».


– Metiéndonos en el personaje, si me tenés que contar a tu Clara, ¿cómo me la contás? ¿Cómo fue prepararla?

El trabajo es muy coral y yo te diría que es casi musical la manera de ensayar la obra, porque hay una partitura que funciona con los seis que estamos en escena. Entonces, no es que yo pensé mi personaje como si fuese el de una película o de una obra más clásica, sino que es una construcción en conjunto con, en este caso, Ceci y Lu. Los personajes están armados en tríptico. Se construyen desde los tres ejes que está viendo el espectador.


– ¿Cómo fue tu llegada al elenco esa primera vez, cómo fue el proceso del ensayo, cómo fue cambiando con el paso del tiempo, cómo lo vivencias ahora?

– Yo empecé a hacer la obra en el verano de 2020  en el Teatro El Picadero.  Cuando me sumé, también dejaba de actuar Nacho (Bresso) el autor, que hace de Joaquín en esta temporada. En ese momento, entró Renzo Morelli, o sea que estábamos haciendo por primera vez la obra, tanto Renzo como yo. Eso estuvo buenísimo porque estábamos en la misma y el resto de los chicos nos acompañaron mucho en la construcción que estábamos realizando.


– Desde el punto de vista del espectador, lo que se percibe es que es una obra muy vertiginosa, no para en un segundo. Tiene mucha demanda física. ¿Cómo te llevás con eso?

– A mí me encanta eso. Porque es como que me subo a la montaña rusa y no me bajo hasta que termina la obra en el aplauso. Eso es hermoso y de hecho es un vértigo también lo que pasa, porque nos estamos cambiando a toda velocidad, chequeando que a nuestras compañeras no les haya quedado una teta fuera, ni el vestido enganchado. A mí me encanta. Yo soy muy física, o sea, que algo de la cuestión de estar en movimiento  que es una energía muy habitual y que conozco.


Si tuvieras que elegir un momento de la obra de los tres Joaquines, ¿con qué momento te quedas?

– ¿De los tres Joaquines? A mi me encanta la visión que yo tengo de ellos porque tampoco es que haya muchos momentos en la obra que yo los  pueda mirar detenidamente y verlos los tres juntos, que es cuando ellos están jugando a la play en la cama y nosotras estamos charlando, «que si la pareja abierta la monogamia, que si le metemos los cuernos o no». Y a mí me toca además, por marcación, estar mirándolos y es un momento muy lindo de los tres ahí con caras de lobotomizados jugando a la PlayStation.


Y dentro de los momentos de las Claras, ¿con cuál te quedás, cuál disfrutás más?

– Yo disfruto mucho el momento de la escena de la fiesta, que estamos las tres en el sillón.

Ese momento de las tres me encanta. Y también en la escena final, cuando Clara II dice: «Claro, yo me había olvidado», porque él le pregunta: «¿Para vos qué pasó? ¿Por qué se terminó?» y entonces yo digo: “Uy, dejame pensar” y le digo una cosa y cuando le digo: “¿Y vos qué pensás?», él responde: “No, no, eso que dijiste suena lindo”, y ahí las tres Claras hacemos un gesto como de menos mal que me separé. Hay algo en ese momento de las tres que me encanta también.


– Respecto a la premisa de la obra, esto de que no alcanza con solo quererse, ¿qué opinás de eso?

– Yo creo que las relaciones de pareja son algo muy complejo, siempre significan un desafío. Son un lugar para repensarse a uno mismo, de rever las propias estructuras, los propios paradigmas. Estoy de acuerdo con que no alcanza solo con quererse porque justamente creo que, al ser la pareja una construcción tan compleja, no puede estar basada solo en el amor. Porque el amor sostiene un montón, y muchas veces ayuda a sostener, pero no alcanza. 

Las relaciones sexoafectivas son muy complejas y es algo que creo que los millenials nos atrevimos a preguntarnos también. Tenemos más asumido que el estadío de estar en pareja es un estadío de prueba. Hay algo que tiene que ver con que nos equivoquemos, intentemos mejorar, probemos, es un territorio mucho más impreciso. Antes, el amor era algo incondicional, inobjetable: nos encontramos, nos casamos, gracias. Creo que ahora hay otras preguntas que tienen que ver con un momento generacional también.


– ¿Cómo vivís el ida y vuelta con el público?

– Es muy lindo eso. La gente disfruta mucho de venir al teatro a ver “Así de simple”. Es una obra que le gusta a diferentes generaciones, porque todos hemos estado en pareja o estamos en pareja o nos acabamos de separar. La obra te puede estar hablando del momento en que estás o algo que ya viviste o que te encantaría vivir como una convivencia. Hay algo ahí que hace que la obra dialogue con generaciones diferentes, y la gente disfruta mucho de verla.


Si te pido un recuerdo, una anécdota, algo con lo que te quedes de esta experiencia, ¿qué me contarías?

– El momento que me significa a mí ir a encontrarme con mis compañeros, la llegada al camarín. En ese momento está Loli, que es la productora, que también hace el rol de asistente de producción y unas cuantas otras magias, planchándonos los vestuarios. Vamos llegando y nos vamos contando qué nos paso en la semana, si vimos alguna película que nos gustó, si fuimos al teatro. Ese momento de intercambio, de compartida con el elenco, a mí me da la vida. Me encanta.


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